El año empezó con una hora menos. Hay que echarle la culpa a 2007, al sábado último. No es para preocuparse. A menos que se decrete la desaparición del 29 de febrero de 2008 y se borre de un plumazo el carácter bisiesto del año que comenzó ayer.
El año empezó con una hora menos. Hay que echarle la culpa a 2007, al sábado último. No es para preocuparse. A menos que se decrete la desaparición del 29 de febrero de 2008 y se borre de un plumazo el carácter bisiesto del año que comenzó ayer.
Tenemos derecho a protestar por la hora de sueño robada, pero también tenemos otras 24 horas para descartar esa posibilidad. Es buen augurio tener un día más para atender lo urgente.
Un día más para abrir mercados para los productos argentinos y para reflexionar sobre los caminos posibles: el diálogo multilateral en la Organización Mundial del Comercio, acuerdos bilaterales como el del Mercosur con Israel o ambos.
Un día más para destrabar el acuerdo de asociación integral con la Unión Europea.
Un día más para hacer del Mercosur un interlocutor serio.
Un día más para elaborar mecanismos crediticios viables para las pymes, en lugar de esperar pymes viables para los créditos. Un día más para que los empresarios se informen sobre opciones como los fideicomisos, las obligaciones negociables y otros instrumentos que el mercado de capitales ofrece para el fondeo de proyectos.
Un día más para convencerse sobre las bondades que tiene el asociativismo, expresado en el éxito de los grupos exportadores o en las experiencias virtuosas de los clusters regionales.
Un día más para agilizar la digitalización de los trámites de exportación y para calificar como operador económico confiable ante la Aduana, de modo de evitar demoras en la cadena producción-consumo final.
Un día más para resolver los escollos que impiden el máximo aprovechamiento de la hidrovía Paraná-Paraguay, el medio más barato de transporte.
Un día más para devolverle la operatividad al ferrocarril, clave para mercaderías lejanas a los puertos de salida.
Un día más que los accesos a los puertos dejen de ser cuellos de botella.
Queda un día menos.
Por Emiliano Galli
02/01/08
LA NACIÓN