Poder Naval en el Mediterráneo e intereses nacionales

Puede parecer extraño que en la era de los ataques cibernéticos y del empleo profuso de UAV, se haya abierto un frente de confrontación marítima en el Océano Indico y en el Sur del Mar de la China, desencadenado por la explotación de los yacimientos submarinos de petróleo y gas existentes en su fondo.

Puede parecer extraño que en la era de los ataques cibernéticos y del empleo profuso de UAV, se haya abierto un frente de confrontación marítima en el Océano Indico y en el Sur del Mar de la China, desencadenado por la explotación de los yacimientos submarinos de petróleo y gas existentes en su fondo.“La caza de recursos va a consumir los océanos alrededor del mundo, por al menos las próximas décadas” ha afirmado la secretaria de Estado Clinton.

El acuerdo de defensa de Estados Unidos con Australia, del pasado 16 de Noviembre, es una decisión estratégica de la mayor importancia para contrarrestar la expansión China. Permitirá basar en suelo australiano unidades del US Marine Corps, en la cercanía de la ciudad de Darwin, Situaciones como estas, con el poder marítimo como protagonista, no hay que irlas a buscar muy lejos de España, pues las tenemos en el Mediterráneo, más concretamente en su parte Oriental.

Uno de los indicios de la decadencia estratégica de Europa, es la progresiva “degradación” de la Sexta Flota de la US Navy, desde el final de la Guerra Fría y la impotencia de las armadas europeas para ocupar el vacío subsiguiente. Los despliegues permanentes estadounidenses languidecieron y, en la actualidad, su entidad depende de las circunstancias. Puede estar desplegado un grupo de combate o un grupo anfibio, o sólo algunos buques de superficie, aprovechando el tránsito hacia el Índico para efectuar presencia. El buque de mando “USS Mount Whitney” es el único basado en un puerto del Mediterráneo, Nápoles.

El Mediterráneo ha dejado de ser un mar americano y ni siquiera es europeo. La decadencia de las armadas europeas contrasta con el primer despliegue chino en el Mare Nostrum con ocasión de la actuación de la fragata “Xuzhou” en la evacuación de los ciudadanos chinos en Libia. Podría pensarse que es un hecho aislado, pero puede constituir indicio de que Pekín considera el Mediterráneo campo de juego y busca una base. La irrupción de los primeros buques iraníes, con permiso egipcio, no constituye, por sí, una amenaza militar grave, pero abre nuevas expectativas y puede servir como elemento susceptible de incidentes.

Esta circunstancia no significa que en el Mediterráneo no haya focos de tensión autóctonos. El este, configurado como una zona de larga tradición de inestabilidad debido al conflicto palestino-israelí y a otros aletargados como el de Chipre, ha visto el nuevo contencioso que ha surgido en la zona, al descubrirse yacimientos energéticos en el fondo marino anejo a las costas del Levante y Chipre.

El comienzo de la explotación de petróleo y gas ha despertado la siempre latente tensión entre Chipre, Grecia y Turquía, a los que se ha unido Israel. La tradicional demanda turca sobre parte de la isla, y el subsecuente no reconocimiento de la República de Chipre, ha reiniciado la tensión, que se mantiene desde de la partición de la Isla en 1974, con la formación de un enclave turco en el norte, consecuencia directa del ejercicio del poder naval turco. Las reclamaciones de Ankara sobre derechos de explotación han producido, en los últimos meses, incidentes que han merecido un discreto segundo plano entre la agonía del euro, las revueltas árabes y los acontecimientos en Egipto y Siria.

Estos acontecimientos coinciden con el nuevo protagonismo geopolítico turco que aporta a la situación una dimensión totalmente nueva. Al tradicional problema greco-turco se le agrega ahora el israelí que, además de tener derechos sobre las explotaciones, se alinea con los chipriotas para contrarrestar la creciente hostilidad de Ankara. Desde el incidente del “Mar de Mármara”, cuando una “flotilla” de agresivos pacifistas procedente de Turquía, intentó forzar el bloqueo israelí a Gaza, Ankara ha desarrollado una actitud hostil hacia Israel.

En septiembre la tensión alcanzó el clímax cuando el primer ministro Erdogán dio orden a la Armada turca de escoltar tanto a los buques de prospección como a las “flotillas-pacifistas-antibloqueos”. Estados Unidos tuvo que desactivar la tensión, pues a los problemas sirios y egipcios, lo único que le faltaba eran incidentes armados entre un socio de la UE, Chipre, dos aliados OTAN, Grecia y Turquía, y el gran aliado, Israel. Por ello, los nuevos “cometidos” que le ha encargado USA a Turquía: contrarrestar a Irán con el “escudo antimisil”, controlar la guerra civil siria y ayudar a “monitorizar” el Irak pos-americano, han bajado una tensión que se mantiene latente.

Israel ha manifestado su apoyo a Chipre, vigilando con UAV los despliegues turcos y ofreciendo ayuda para acondicionar la base naval chipriota para una futura colaboración militar. Rusia no ha estado ausente, y recientemente ha efectuado presencia en Siria mediante la visita de una agrupación naval, que incluía al portaaviones “Almirante Kusnetsov”, a la antigua base soviética de Tartus. Con ello se manifestaba el apoyo de Moscú al régimen del Presidente sirio Bashar al-Assad.

Aunque las armadas europeas no pasan por su mejor momento, se cumple el dicho de “que el que tuvo retuvo y guardó para la vejez” y así, la Royal Navy envió al Mediterráneo oriental su recién creada Fuerza de Respuesta Marítima, efectuando una demostración anfibia en Chipre. El ejercicio británico es un aviso a Siria, un reflejo estratégico de potencia marítima con pensamiento estratégico propio, como ha demostrado al “aislar” sus intereses nacionales de la contaminación del zoco del euro.

La potencia marítima del Mediterráneo Oriental es Turquía, mantiene una Armada equilibrada en buques de superficie, submarinos, anfibios, guerra de minas y sutiles; está en fase expansiva y con capacidad de producción propia. Turquía está entre las diez primeras potencias militares del mundo y, por ahora, no tiene las limitaciones presupuestarias que afligen a las potencias europeas.

El aparente abandono del Mediterráneo por parte de las armadas de las grandes potencias lo colmará la actuación de potencias regionales, teniendo como meta la búsqueda de sus propios intereses nacionales. No esperen que “Europa” se ejercite en estos menesteres.

Por Enrique Fojón (Coronel del Cuerpo de Infantería de Marina de España y Licenciado en Derecho)

13/12/11

ATENEA

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