Hermanos y aventureros: recorrieron 12 países con su tabla de surf

Julián y Joaquín Azulay llevaron a cabo el sueño de todo amante del surf: viajaron 30 mil kilómetros en una vieja camioneta con sus tablas como único equipaje. En California los bautizaron “Gauchos del mar” y contaron a Infobae.com cómo fue recurrir al trueque por comida o combustible

Julián y Joaquín Azulay llevaron a cabo el sueño de todo amante del surf: viajaron 30 mil kilómetros en una vieja camioneta con sus tablas como único equipaje. En California los bautizaron “Gauchos del mar” y contaron a Infobae.com cómo fue recurrir al trueque por comida o combustibleAmantes del mar y el surf hay millones alrededor del mundo. Pero que se animen a despojarse de todo lo material para recorrer miles de kilómetros con el solo objetivo de transitar con sus tablas los más variados paisajes del continente americano, pocos.

Infobae.com habló con dos hermanos que recorrieron durante 13 meses las playas de América a bordo de una camioneta.

¿De dónde son? ¿Cuántos años tienen? ¿A qué se dedican?

Somos dos hermanos que fuimos criados entre la ciudad, la naturaleza y el mar. Yo (Julián, 25 años) soy arquitecto graduado en la Universidad de Buenos Aires; Joaquín tiene 24 años y estudia Administración de Empresas en la Universidad de Buenos Aires. 

Ambos compartimos la misma pasión por el surf y la naturaleza, tal como nos enseñaron nuestros padres. Intentamos mantener un equilibrio entre el ocio y nuestras profesiones, demostrando que se puede hacer lo que a uno le gusta día a día.

¿Cuánto hace que practican surf?

El surf es una tradición familiar encabezada por nuestro padre, que en 1963, junto a tres de sus amigos, se convirtieron en los pioneros del surf en la Argentina. Nosotros crecimos viendo el amor por el mar y la naturaleza de papá y mamá, que desde que teníamos 5 años nos metían al mar con tablas de barrenar, y ya con 10 años empezamos a bajar nuestras primeras olas en tablas de surf.

¿Por qué el nombre “Gauchos del mar”?

“Gauchos del mar” no nació de nosotros, sino que nace al mes de haber salido de Los Ángeles. En un pequeño pueblo de pescadores en el corazón de la península de Baja California, Mateo, norteamericano y residente del lugar hace 12 años, nos bautizó como los Gauchos del Mar por ser argentinos y estar todo el día surfeando y tomando mate.

¿Cómo surgió la iniciativa de emprender esta aventura? ¿Cómo hicieron con sus trabajos?

El viaje surgió a fines de marzo de 2010, cuando los dos estábamos trabajando en Los Ángeles y, en vez de volvernos en avión, trabajamos unos meses más en los Estados Unidos, compramos una camioneta y decidimos realizar la aventura que siempre habíamos soñado desde chicos.

La fuerza por cumplir un sueño superó nuestros trabajos y estudios. Más que pensar en lo que dejamos atrás, tomamos la actitud y arrancamos con el viaje sin plan, sin saber dónde dormiríamos, ni cómo haríamos para llegar, tan sólo queríamos hacerlo…

¿Hicieron todo el viaje en camioneta?

Todo el viaje lo hicimos en la camioneta. La compramos sin saber de mecánica y tuvimos la suerte de que sea un fierro, que nos llevó por más de 30 mil kilómetros sin problemas. La única vez que nos alejamos de la camioneta fue cuando volamos a las islas Galápagos y dejamos el auto estacionado durante 45 días en Quito. Volvimos y sin problemas seguimos rumbo al sur.

¿Qué países recorrieron?

Surfeamos, exploramos e interactuamos con las culturas de 12 países americanos: los EEUU, México, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Colombia, Galápagos (islas de Ecuador), Ecuador, Perú, Chile y la Argentina.

¿El viaje fue costeado por ustedes o consiguieron sponsors?

Arrancamos con un bajísimo presupuesto, compramos el auto y partimos. No teníamos idea de adónde íbamos a ir ni cómo íbamos a llegar hasta la Argentina. Sabíamos que íbamos a acampar en todo el continente y podíamos conocer gente que nos diera una mano con el hospedaje.

Así se dio. En muchos países nos alojaron amigos que fuimos haciendo en el viaje, en otros nos dejaban dormir en el restaurante cuando cerraban a la noche, y en otros lugares poníamos la carpa en su terreno frente al mar con el auto seguro, y a surfear sin preocupaciones. También nos ayudaron mucho con comida: en Baja California nos regalaban pescado y langostas como si fueran golosinas; en los demás países, tortillas, sopas, arroz con frijoles y demás comidas típicas para ayudarnos a seguir. 

Para llenar el tanque de nafta y financiar el viaje fuimos trabajando, haciendo lo que se nos ocurriese y presentase en el camino: hicimos pozos en una construcción en el desierto, vendimos hamacas, ropa, vendimos fotos y videos a otros surfistas, hicimos de taxi, alquilamos nuestra computadora en una ocasión, limpiamos el casco de un barco con tanques de oxígeno, y en otros lugares hicimos canje, como pintar en una construcción a cambio de un cuarto. Recurrimos al trueque, intercambiando ropa por gasolina y comida, cosa que nunca nos hubiéramos imaginado hacer antes de comenzar esta aventura.

Recibimos ayuda de algunos sponsors con ropa y trajes de neoprene, pero ninguna empresa aportó dinero para que lo realicemos. Al haber sido de esa manera, tuvimos un viaje a través de los pueblos y las culturas de cada país en donde pudimos descubrir la esencia de cada país latino, viviendo con su gente, aprendiendo de ellos y de su cultura.

¿Una anécdota graciosa?

Nos pasó de todo durante los 13 meses de viaje, y tenemos mil anécdotas, pero elegimos esta, que lejos está de ser graciosa, pero sí es sumamente significativa: en Baja California, a los pocos días de haber arrancado el viaje, tuvimos un acontecimiento crucial para que este viaje siguiera su curso. Con tanta vida marina en esa costa, nos dedicamos a pescar, sacar mejillones y caracoles de las piedras para alimentarnos. Pescando, salió un ejemplar muy extraño entre los lenguados que veníamos sacando. Tenía un aspecto extrañísimo ya que no tenía escamas, tenía bigotes, dientes parecidos a los de un humano, no tenía filete (sólo tenía carne en el lomo) y tenía más órganos que carne. Tanto es así, que lo bautizamos “el pez pollo” debido a su composición ósea y a que lo que se comía de este pescado era parecido a una pechuga de pollo. Lo cocinamos y no tenía el mejor sabor de todos, pero “cuando hay hambre…”. La cuestión es que nos fuimos a dormir y dos días más tarde nos hicimos amigos de una familia de pescadores del pueblo, y después de unas horas de conversar, sin que le hiciéramos pregunta alguna nos dicen: “coman todo lo que pesquen, menos el botete”. Resultó ser que después de la descripción que nos dieron del pescado, ya nos habíamos comido el botete dos días atrás. Lo que nos contaron acerca de este pescado es que es muy venenoso si no lo sabés filetear bien, cosa que nosotros no sabíamos. Parece ser que tiene una glándula dentro de todo ese exceso de órganos, que si la pinchás te morís casi instantáneamente ya que contamina la carne con veneno. Tuvimos mucha suerte o tal vez el de arriba nos dio una mano, porque si no, no estaríamos contando esto. La gente allí la usa para envenenar a los zorros y lobos que se quieren comer su ganado. En Japón es un plato muy codiciado y muy caro, según nos contaban, que es allá a donde los exportan.

¿El momento más duro del viaje?

Tal vez no tuvimos momentos duros ya que todo el viaje lo tomamos como diferentes experiencias que nos fueron enseñando a lo largo del camino. Podemos hablar de un accidente en particular que le ocurrió a Joaquín en Ecuador al quemarse con aceite hirviendo el brazo y la pierna derecha. Sufrió quemaduras de segundo grado y estuvo un mes sin exponerse al sol ni entrar al agua. De todas maneras, ese momento sirvió para trabajar vendiendo ropa y tablas de surf, juntar dinero y poder seguir con la aventura.

¿Qué piensan hacer con todo el material que trajeron?

Tenemos más de 25 horas de filmaciones de todo el continente en full HD y en este momento estamos produciendo el Documental de Gauchos del mar por América, que lo vamos a presentar en el BOFF Festival en abril de 2012 en Buenos Aires y en junio de 2012 vamos a presentarlo en el Festival de Donosti, España, que cumple su décimo aniversario y recibimos la invitación para el Surf Film Festival.

Por Valeria Chavez

14/12/11

INFOBAE

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