Crónica de una operación negada por las Fuerzas Británicas
Crónica de una operación negada por las Fuerzas Británicas
Una guerra no se libra solamente en el campo de batalla. Esto no es un descubrimiento de mi autoría, y para quienes se preparan y estudian este mal llamado "arte", tal vez lo antedicho parezca una pavada, por lo obvio.
Desde hace ya mucho tiempo, se tiene cabal importancia de todo lo que rodea a un fusilero, un marino o un piloto. A todos ellos hay que proveerlos de ropa, alimento, medicamentos y, por supuesto, los medios de combate necesarios para que el combatiente de línea pueda cumplir con su tarea.
Cualquiera sea la fuerza a la que pertenezca, la logística de un solo soldado es compleja, y esta se magnifica cuando los que se mueven en un teatro de operaciones son unidades de envergadura.
Si bien nunca dejo de ser importante, mas acá en el tiempo, la información comenzó a ser cada vez mas importante, hasta llegar al día de hoy, en donde se pueden lograr muchas victorias sin siquiera disparar un tiro, sino haciendo uso de un buen sistema de obtención de información, aunado a un aceitado sistema para interpretarla y manipularla.
La información también sirve a propósitos que no necesariamente tienen que ver con una acción bélica determinada, sino que puede usarse como medio para mantener a la opinión pública como aliado de los intereses de quienes los dirigen, como así también para manipular su moral, además de la moral de las tropas que pelean.
No existe mejor método para hacer creer al pueblo de un país lo que se desea que crean, que manejar a la prensa de ese país, ya sea a través de la censura directa o bien con la omisión de entregar la verdad de lo que paso en un determinado acontecimiento bélico.
No es mi intención entrar en el análisis profundo del sistema de manejo de la información del gobierno británico durante la guerra de nuestras Malvinas. Primero tendría bastante para estudiar sobre el sistema que utilizo quien fuera nuestro gobierno en el mismo conflicto.
Pero hay una acción aeronaval que ocurrió durante esa guerra que involucro a muchos combatientes, que dieron todo lo que tenían para dar de sí, incluyendo a algunos que dieron su vida. Y por lo tanto, ellos merecen que los que continuamos en esta tierra al menos conozcamos, y no olvidemos lo que hicieron. Menos que eso, lo considero una falta de respeto.
La acción a la que me refiero es la que protagonizara nuestra Armada y la Fuerza Aérea Argentina en forma conjunta, el día 30 de mayo de 1982, cuando se atacó al HMS Invincible.
La situación a fines de mayo
Para esta fecha de fin de mayo, la batalla aeronaval que se desarrollo a partir del 21 del mismo mes entre las fuerzas de tareas británica y nuestra aviación de combate, les había demostrado a los ingleses que los argentinos podíamos comer muchos porotos (según lo que ellos creían), pero no nos chupábamos el dedo. Los buques hundidos o averiados que defendían la pequeña localidad de San Carlos, el lugar elegido por los europeos para establecer su cabecera de playa, claramente lo atestiguaban.
Lo que los británicos imaginaban como una relativamente fácil obtención de la superioridad aérea sobre el cielo de las islas, se dio por tierra contra las tácticas y coraje de nuestros pilotos.
Pero el hecho de que los ingleses no fueran los dueños del cielo de Malvinas, no significaba que la aviación argentina lo fuera. Existía una especie de equilibrio aéreo, en que cada fuerza podía operar sobre el archipiélago, mas no prevalecer sobre la otra.
El grueso de la ofensiva aérea propia estaba orientada al ataque sobre superficie, con aviones que despegaban desde sus bases configurados para una misión de bombardeo, mientras que los británicos utilizaban a su aviación como medio de defensa, configurando a sus aparatos para la caza de los incursores.
Proteger a la aviación de ataque (cobertura aérea) significaba que las fuerzas propias debían enviar junto a sus bombarderos, interceptores configurados para el combate aéreo y la caza de sus similares enemigos. Esto era muy poco practico, ya que las características técnicas de nuestros interceptores (Mirage III y Dagger), lo ponían en inaceptable desventaja frente a los Harriers ingleses. Pero el principal problema que se les presentaba a los cazas argentinos era la poca autonomía de vuelo de que disponían para brindar alguna protección a los bombarderos, ya que rápidamente debían emprender el regreso o resignarse a no volver por falta de combustible.
Los británicos tampoco las tenían fáciles. Hasta ese momento, no poseían bases terrestres desde donde lanzar a su aviación. Disponían de dos pequeños portaaviones: el HMS Hermes e Invincible, de 28.000 y 19.500 toneladas respectivamente. Además, habían recibido un duro golpe el 25 de Mayo cuando el porta contenedores Atlantic Conveyor, que servia de plataforma improvisada de lanzamiento de los Harriers había sido destruído por el ataque de dos Super Etendard de la aviación naval.
"No era tan invencible". Fue atacado y seriamente averiado. Dos Super Etendard hicieron impacto comn el útlimo Exocet argentino y estos dos Skyhawk A 4C sobrevivientes, lo impactaron con 3 ó 4 bombas de 250 kgs. Sucedió el 30 de mayo de 1982, a las 14:24 horas. Cuadro de Carlos García.
Hundir o poner fuera de combate a los portaaviones, prácticamente significaba para la aviación argentina la supremacía aérea, y con los cielos libres de enemigos, los británicos deberían replantearse toda su ofensiva hasta el punto de hacerla casi impracticable. Esta idea era también compartida por el jefe de la fuerza de tareas británica, J.S. Woodward, quien a partir de las primeras incursiones aéreas argentinas, ubicó a sus dos buques principales bien hacia el este de las Malvinas, en posiciones en donde la autonomía de vuelo de nuestras fuerzas aéreas no les permitieran llegar.
El Halcón y su Garrote
Los aviadores navales de la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque, quienes disponían de los recién recibidos AMD-BA Super Etendard y los muy escasos AM39 Exocet, adoptaron casi como exclusivo el poder neutralizar a los portaaviones.
El 4 y el 25 de mayo habían despegado secciones de esta escuadrilla en busca de su blanco, y si bien en esas salidas no batieron a ninguna de sus prioridades, el hundimiento del destructor Sheffield y del antes mencionado porta contenedores había probado a ambos bandos que el sistema de armas de la segunda escuadrilla y la capacidad de sus pilotos eran letales.
El sistema de salidas de los diez pilotos de la unidad se resolvió de la siguiente manera: Se establecieron parejas, similares a las secciones de la Fuerza Aérea. Cada pareja haría una salida operacional, y sea cual fuese el resultado de la misión, debería esperar hasta que todas las parejas cumplieran al menos una misión para poder volver a salir. Como la cantidad de misiles era tan escasa, y se desconocía si se conseguirían mas, quien salía en misión, sabía que sería muy poco probable que lo volviera a hacer.
Los pilotos afrontaban esto como un problema. Este no se debía al enemigo, ni a la falta de experiencia en su nuevo sistema de armas. Tal vez parezca frívolo, pero el principal problema era que en las dos exitosas misiones anteriores se habían lanzado cuatro exocets y solo disponían de uno más para una misión final. Como existían más pilotos que aviones (y obviamente más pilotos que misiles), muchos integrantes de la escuadrilla intuían que no podrían volar en una misión. Y ahí radicaba la cuestión; la incertidumbre al desconocer si podrían volar en misión de combate y probar su capacidad y temple.
Con la exitosa salida del 25 de mayo, la unidad había realizado cuatro misiones de ataque. Esto significaba que al menos todas las parejas volarían en una misión. Para este ultimo misil, se esperaba que solo fuera utilizado en un ataque a un portaaviones.
Como llegar hasta donde no se puede llegar
Era conocido por todos en el continente que los portaaviones enemigos operaban bien al este de Puerto Argentino, y solo se acercaban al archipiélago esporádicamente. Pero más allá de estos datos incompletos no se disponía de medios adecuados para determinar la posición exacta de los blancos en tiempo real. Los SP-2H Neptune habían sido radiados de servicio, simplemente porque habían agotado hacia tiempo su vida útil y no daban más.
Se intentó suplir esta falencia con los S2E Tracker, que son aviones que no están diseñados para cumplir con misiones de reconocimiento de largo alcance. Inclusive se utilizo a los Hércules, pero luego del derribo de una de estas maquinas durante el transcurso de una de estas misiones, también se descarto. En muchos casos se utilizo la recolección de información que podía obtenerse a través de las tropas en las islas, pero ningún portaaviones enemigo se acercaría lo suficiente a tierra para que este sistema funcione.
En Buenos Aires, la Fuerza Aérea tenía desde hace un tiempo trabajando a científicos, técnicos en comunicaciones, expertos en electrónica y profesionales de otras ramas afines, en lo que luego se llamo Centro de Operaciones Electrónicas. Esta unidad tenía como función la recolección de información, mediante la escucha y la recepción de transmisiones de cualquier tipo que cruzasen el aire, sean estas del enemigo, o de cualquier país neutral. Para estas escuchas se valía de material propio y no propio, simplemente interceptando la emisión de mensajes o datos durante su viaje.
Con el tiempo, se noto que la mejor fuente de información provenía de un conjunto de satélites de origen soviético, que orbitaban a baja altura. Desde antes del conflicto se tenía conocimiento de que ciertos satélites de este origen recolectaban información sobre el archipiélago y el océano que lo rodeaba, pero a partir del desembarco argentino, nuevos aparatos fueron puestos en órbita por los soviéticos, con evidentes intenciones de tener información actualizada sobre el desarrollo de los acontecimientos.
Las transmisiones de estos satélites, para llegar a destino, debían recorrer varias repetidoras terrestres, y es en esas repetidoras donde el Centro de Operaciones Electrónicas recogía la información, sin permiso pero sin oposición de nadie. Estos datos eran excelente información con que contar, pero adolecían de un problema: No eran en tiempo real, ya que solo se podía obtener lo que los satélites emitían, que bien podía o no ser la información que se necesitaba.
Hacia fines de mayo, la información obtenida por estos medios indicaba que en los últimos tres días se había detectado al grupo de batalla, cuya nave principal era el Invincible, describiendo una derrota prácticamente idéntica, con el portaaviones girando en sentido horario en una posición de aproximadamente las 100 millas náuticas al este de Puerto Argentino.
Con esta información se tenía lo básico como para planificar un ataque sobre el punto estimado de posición del buque aunque, como prácticamente siempre sucedió a lo largo del enfrentamiento, la detección del lugar exacto a batir estaba a cargo de los pilotos en plena misión de bombardeo.
Cuando el Comando de Aviación Naval recibe esta información, inmediatamente se comienza a trabajar en la planificación de una misión en la que intervendrían los Super Etendard y el ultimo Exocet que le quedaba.
Marcel Dassault Super Etendard. Carlos A. García
Las tácticas serian las mismas que ya habían sido utilizadas en misiones anteriores con excelentes resultados. Vuelo en altura hasta un punto en que se descendía al rasante para evitar el radar, al llegar al punto estimado de lanzamiento se elevaba levemente el nivel de vuelo y se emitía radar para determinar la posición del blanco.
Una vez adquirido este, se ingresaban los datos en la electrónica del misil, se lanzaba el mismo y se retornaba a base para escuchar los resultados. La ejecución de las mismas estaría a cargo de la sección formado por el Capitán de Corbeta Alejandro Francisco, quien sería el que portara el misil, y seria acompañado por el Teniente de Navío Luis Collavino, como apoyo de radar.
La idea general de los marinos consistía en entrar sobre el buque desde un rumbo inesperado para el enemigo. Ya que los ataques aéreos se recibían siempre desde el oeste, se decidió entrar por el sur, pero esto exigía una navegación prolongada y sobretodo varios reabastecimientos en vuelo.
Precisamente este último punto determinaba que la Fuerza Aérea debía participar en la operación, poniendo a disposición de los marinos uno de sus reabastecedores Hércules KC 130. Con la operación planificada hasta el detalle, el 29 de mayo a media mañana despega desde Río Gallegos el reabastecedor que esperaba a los dos aviones de la Armada, en algún punto al sur de las islas. Con la sección de Super Etendard lista para volar desde Río Grande, surge un imprevisto.
En su base, el KC-130HITC-69, uno de los reabastecedores utilizados por la FAA durante la guerra, operando desplegados principalmente desde Río Gallegos.
Este "imprevisto" tenia forma de A4 Skyhawk, concretamente eran 5 aparatos que la Fuerza Aérea quería agregar a la misión de los marinos. El revuelo que causo entre el personal de la Escuadrilla Naval la llegada de los Halcones y el imprevisto cambio de planes provoco entre los marinos cierto malestar y rechazo.
Los planes de la Fuerza Aérea
La Fuerza Aérea había obtenido la información de la posición estimada del portaaviones, conocía los planes de la Aviación Naval porque esta le había requerido el disponer de un avión tanque, y decidió que las probabilidades de éxito de esta misión serian mucho mayores si además de agregar al cisterna incluía en la misión a bombarderos.
Dentro de los sistemas de armas que poseía, quedaron descartados aquellos que no tenían la capacidad de reabastecerse en vuelo, por lo tanto la elección se limito a los dos tipos de A4 disponibles, recayendo en el sistema A4C del Grupo 4 de Caza la asignación de la misión. Esto se debía a una mayor capacidad de almacenamiento de oxigeno que esta versión del Halcón del Cielo poseía en comparación con su hermano del Grupo 5.
Dos jefes de escuadrilla se ofrecieron para cumplir la misión: El Primer Teniente Daniel Vazquez y el Primer Teniente Ernesto Rubén Ureta. Estos tuvieron la libertad de elegir a quienes los acompañarían en la misión, recayendo la elección en el Primer Teniente Castillo, el Teniente Paredi, y el Alférez Isaac. No se tenía decidido aún quien de estos tres pilotos no despegaría en la misión ya que se previó mantenerlo de reserva en caso de que uno de los restantes no pudiera continuar.
Desde su asiento en la base San Julián, estos cinco pilotos vuelan hacia Río Grande, donde comenzaría la misión.
La Fuerza Aérea tenía una carta definitoria que jugar para ser incluida dentro de la misión. Simplemente la misma no podría realizarse sin reabastecimiento en vuelo y los únicos cisternas disponibles pertenecían a ella.
El 29 de mayo, con el cisterna volando en posición de espera para recibir a Francisco y Collavino, quienes estaban a punto de despegar, la llegada a Río Grande de los aparatos de la Fuerza Aérea complico todos los planes.
Los marinos no aceptaban la inclusión de cuatro nuevos aparatos, sobre todo porque no se previó el empleo de ellos en la planificación previa. Había que rediseñar los planes de vuelo y esto llevaría su tiempo. Como el KC 130 no podía permanecer a la espera indefinidamente, se le ordena el retorno a base y la misión es pospuesta para el día siguiente.
La nueva planificación:
En esencia, la navegación de esta misión sería la misma que la anterior, pero previendo el aumento de aviones, se utilizaron dos cisternas en lugar de uno.
Los dos Hércules despegarían desde Río Gallegos. Uno de ellos se dirigiría en rasante hacia el norte, viraría hacia mar adentro unos 100 kilómetros y luego hacia el sur bordeando la costa, hasta que el llegar al Pasaje de Drake, pondría rumbo sudeste, hacia un punto al sur de las Malvinas en donde esperaría a los bombarderos. El otro cisterna despegaría y se dirigiría hacia el oeste, casi hasta llegar a la cordillera, para después poner rumbo sur y de ahí sudeste, hasta encontrarse en posición con su compañero.
Tiempo después los aviones de combate despegarían desde Río Grande y tomarían un rumbo sudeste, hacia las coordenadas en donde se encontrarían con los Hércules. Los ocho aviones se mantendrían unidos siguiendo un curso nordeste, en los cuales se sucederían dos reabastecimientos de todos los cazas, hasta que, llegados a una determinada posición y con la carga de combustible completa, los bombarderos dejarían atrás a los tanques para iniciar el recorrido final de ataque en rasante hasta el blanco.
Mientras tanto, los cisternas continuarían orbitando en una posición al sur de las islas a la espera de los que regresaran.
La Ejecución
De los cinco pilotos de la Fuerza Aérea que fueron enviados hacia Río Grande, es probable que el jefe de la escuadrilla y el de sección solo supieran el objetivo a batir. El resto de ellos solo tenia una idea vaga de lo que iban a hacer. Se enteraron de ello recién en la reunión prevuelo del 29 de mayo. Pasado el mediodía los pilotos son informados de que la misión estaba cancelada, lo cual los relaja y les hace volver el apetito. Sin embargo el hambre les duro poco, porque durante el almuerzo toman conocimiento que la misión no estaba cancelada sino solo pospuesta.
El comienzo del nuevo día reunió a todos los pilotos que participarían de la misión para la nueva planificación. Había ciertas condiciones que debían cumplirse para continuar o abortar la misión: Si fallaban dos Skyhawk, si fallaban los Super Etendard, o si fallaba un Hércules, la misión abortaba. Lo mismo ocurriría de hallarse piquetes de radar enemigos. Y obviamente, de no hallar el blanco en la posición estimada.
En la fase final de ataque, los Super Etendard se harían cargo de la navegación, y al disparar el misil retornarían a la base. Los A4 seguirían la estela del misil hasta encontrarse con el blanco y descargar sus bombas, incrementando el poder destructivo del Exocet. A diferencia de la mayoría de las misiones en que los aviones de la Fuerza Aérea eran armados con una sola bomba, en esta misión los A4 portaban 3 bombas de 500 libras cada uno, retardadas por paracaídas.
Los cisternas con el indicativo Ranquel despegaron desde Río Gallegos a las 11 hs. 25 min. Como se previo, el Vicecomodoro Litrenta al mando del Ranquel 1 y el Vicecomodoro Noe en el Ranquel 2 hicieron su navegación por separado para encontrarse sobre el área de reabastecimiento en tiempo y forma.
A las 12 hs. 43 min despegaron los Super Etendard con el indicativo Ala y cinco minutos después lo hicieron 4 Skyhawk con el indicativo Zonda, quedando el Teniente Paredi en tierra. Poco después de despegar y con el rumbo tomado, el Zonda 4, Alférez Isaac le informa al jefe de escuadrilla que su horizonte artificial no funcionaba, y recibe la orden de volver a base. Ya en camino de regreso, el jefe del escuadrón le indica al Zonda 4 que no abandone la misión, y a partir de este momento, Isaac realiza una navegación solitaria para reunirse con el resto de los aviones que se dirigían a reabastecer.
La pericia y la experiencia de los días anteriores hacen que los 8 aviones se encuentren en el momento y el lugar acordado para cumplir con el llenado de tanques. Cada avión de ataque realiza dos reabastecimientos sin ningún tipo de inconveniente, mientras mantienen un rumbo nordeste por casi 200 kilómetros.
Estando bien al sur de la posición estimada del blanco, los seis aviones de combate se separan de los Ranquel, e inician una picada hacia las olas, para el recorrido final de bombardeo.
Volando a unos diez metros de las olas, al llegar a unas treinta millas del punto probable donde se encuentra el blanco, los Ala se elevan unos cien metros por sobre el mar y emiten radar para detectar la posición exacta del blanco. Sin suerte, vuelven a descender y continúan el rumbo por un pequeño lapso de tiempo mas, siempre con los Zonda siguiéndolos.
A la segunda emisión de radar, los marinos detectan a su blanco, ingresan las coordenadas a la electrónica del misil y, a una distancia de aproximadamente 24 millas (unos 38 kilómetros), lanzan el ultimo Exocet que poseían. Al completar la maniobra, los dos Super Etendard, con un violento giro hacia la izquierda inician el retorno a Río Grande, mientras que los Zonda aceleran al máximo sus A4 para seguir la estela que deja el misil.
La velocidad de crucero del AM 39 Exocet es de aproximadamente una vez y media la velocidad del sonido. Como los Skyhawk con su turbina a máximo poder solo pueden alcanzar una velocidad de unos 900 kilómetros por hora, pronto pierden de vista al misil.
Entre los 15 y los 13 kilómetros antes del blanco, los pilotos comienzan a percibir delante de él la humareda que produce sobre el blanco el impacto del misil. Es en este punto en donde el Skyhawk del Primer Teniente Vazquez es derribado, supuestamente por un misil Sea Dart. El plano del C 301 se desprendió y estallaron sus tanques de combustible. Para el Señor Jefe de Escuadrilla no hubo posibilidades de eyección.
Los tres Zonda restantes continuaron con el rumbo y altitud. Muy cerca del blanco, a un poco mas de tres kilómetros, otro Sea Dart alcanza al avión del Primer Teniente Castillo.
El Primer Teniente Ureta le entra al buque desde estribor, mientras que el Alférez Isaac lo hace casi desde popa. Ambos arrojan sus bombas, pegan y comienzan a huir cada uno por su lado no sin dejar de efectuar maniobras evasivas, a la mayor velocidad posible y siempre en rasante.
Los dos Halcones estaban muy lejos de su base, y con no mucho combustible para desperdiciar. Necesitaban unirse a los reabastecedores. La reunión estaba prevista en una posición al sur de las Malvinas, a unos 80 kilómetros de distancia. Reabastecer en esa situación, en donde la maniobra exige un cierto tiempo de vuelo estable, y con el enemigo en alerta por haber sido recién atacado, no es para nada tranquilizador.
Tiempo antes, los tripulantes de los cisternas habían visto pasar a los Ala que volvían luego de haber lanzado el misil. Estos, con un alabeo, declinaron el ofrecimiento de reabastecer y se dirigieron directamente a Río Grande.
Instantes después, la tripulación del Ranquel 1 avista dos puntos que se acercan desde el nordeste. La incertidumbre de desconocer si son aviones amigos o enemigos pronto pasa, al identificarlos como los Zonda que regresan. Comienzan a reabastecer, pero como el Vicecomodoro Litrenta desconocía que el resto de la escuadrilla no regresaría aun mantenía un rumbo de espera. Finalmente pregunto por radio a los Halcones sobre la suerte corrida por el resto de la escuadrilla y al conocerla, puso rumbo hacia la base.
Todos aterrizaron en Río Grande, con emergencia de combustible, luego de la misión de ataque más larga de toda la guerra, y después de 2800 kilómetros recorridos.
Hasta aquí llegamos. Los hechos aquí narrados, corresponden a los que fueron contados por fuentes argentinas. Pero para contar lo que sigue, le sugiero que relea rápidamente lo que digo sobre la información en la introducción de esta nota.
La información
La versión británica no niega la existencia de esta misión, pero niega rotundamente que el buque alcanzado haya sido el HMS Invincible.
Algunas fuentes inglesas, afirman que los buques atacados el 30 de mayo por los Ala y los Zonda fueron la fragata HMS Avenger y el destructor HMS Exeter, mientras que otras indican que el buque atacado se trataba de los restos del porta contenedores Atlantic Conveyor, quien fuera destruido en el anterior ataque de la Aviación Naval del 25 de Mayo.
Al comienzo de este relato, mencionaba la importancia para las fuerzas armadas y el gobierno de contar con información, y la necesidad imperiosa en tiempos de guerra de manejar adecuadamente a la misma. Los británicos ya habían cometido un error el 4 de mayo, al informar que el HMS Sheffield había sido hundido por el impacto de un Exocet naval.
En ese momento, ni siquiera los franceses, que habían diseñado y construido el misil, sabían si el arma sería efectiva. Además, los argentinos no teníamos medios para conocer sobre que navío se había disparado, como así tampoco los resultados de tal ataque. Nos enteramos de que el sistema de armas funcionaba y cuál era el blanco abatido de boca de los propios ingleses.
Con el correr del conflicto, la BBC continuó informando sobre los acontecimientos de la guerra, en muchos casos exagerando las perdidas argentinas y minimizando las británicas. Esto puede ser no muy ético pero es entendible, y sirve para mantener alta la moral de las tropas, y para que la opinión pública no tienda a dejar de prestar apoyo a las decisiones gubernamentales.
Pero informar que la segunda nave en importancia del Grupo de Tareas estaba inutilizada, después de haber sufrido tantas pérdidas anteriores, no solo sería un duro golpe para las ambiciones de reconquista inglesas, sino que además constituiría información vital desde el punto de vista táctico para nuestra aviación.
Por otro lado, la percepción de los británicos al encarar este conflicto era la de una especie de paseo por los mares del sur en donde, con solo tirar unos tiros, provocarían que la defensa se desmoronara. No contaron con la aviación de combate nacional. A medida que el conflicto se prolongaba y las pérdidas de navíos se acentuaba, el pueblo ingles comenzó a comprender que el picnic de la Task Force al sur estaba lleno de moscardones a reacción que le destruían los barcos de guerra más modernos del mundo.
Existen muchas versiones argentinas extraoficiales de este ataque, pero más interesante es que existe una versión oficial del mismo, respaldada por nuestra Fuerza Aérea, institución que depende y forma parte del Estado Argentino. Sin embargo no existe una versión oficial británica del mismo. El gobierno de su majestad ha cajoneado todo lo que tenga que ver con esta acción, amparándola en el secreto de estado, que de acuerdo a sus leyes, solo podrá ver la luz dentro de ochenta años.
Al ser esto así, me surge una pregunta que no tiene nada que ver con análisis militares, sino solo con el sentido común: ¿Qué necesidad tiene el gobierno ingles de ocultar información acerca de un ataque a su portaaviones que no tuvo éxito?
Quisiera analizar desde el punto de vista de la táctica, algunos datos que brindan las versiones británicas de este ataque.
Versión británica (1)
Lo que en realidad atacaron los ALA y los ZONDA fueron los restos del Atlantic Conveyor: este porta contenedores fue atacado el 25 de mayo. Se incendio y quedo a la deriva. La posición al momento del ataque era aproximadamente de unos 75 kilómetros al nordeste de Puerto Argentino. Cuando se lanzo el ataque al Invincible, las coordenadas aproximadas adonde se dirigieron los aviadores era un punto que distaba unos 160 kilómetros al este de Puerto Argentino.
La pregunta es: ¿Puede un buque a la deriva y a punto de hundirse recorrer casi 100 kilómetros? Suponiendo que si pudiera: ¿Para qué llevarlo a la protección del grupo de batalla si no tenía ninguna utilidad?
Versión británica (2)
Lo que en realidad atacaron los ALA y los ZONDA fueron la Avenger y el Exeter: mi experiencia en barcos se reduce a haber viajado un par de veces por el delta del Tigre, y a haber visto desde el muelle a algunas corbetas en el puerto de Buenos Aires. Sin embargo, puedo reconocer cuando un barco es un portaaviones o no. Con mas razón, los pilotos que llegaron y batieron al blanco, que estudiaron la silueta del mismo, que durante días anteriores han aprendido a discernir destructores y fragatas en sus incursiones por San Carlos, no dudan en afirmar que atacaron al Invincible.
Por otro lado, y mas allá de que la silueta de un portaaviones se diferencia claramente de la silueta de un destructor o fragata, es bueno tener presente que el Invincible posee una eslora de 206 metros, contra los 125 del Exeter y los 117 del Avenger. Confundir semejantes diferencias de largo y fisonomía, aún en el estado de presión en que se encontraban nuestros pilotos me parece absurdo.
Pero hay un dato más a tener en cuenta. Algo que menciona el Vicecomodoro Litrenta, al mando del Ranquel 1, el reabastecedor que esperaba el regreso de los Halcones durante la misión: El afirma que, al momento del ataque, recibe un mensaje del radar Malvinas informando que todos los aviones enemigos se elevan a una altura de 12000 metros.
Esto se hace para volar en una atmósfera menos densa y por ende ahorrar combustible. Si tenemos en cuenta que en toda la guerra, los interceptores ingleses salían al encuentro de los bombarderos enemigos, volando a la misma altitud que ellos, deduzco que la única razón por la que en ese momento todos estos cazas necesitaban tomar altura para ahorrar combustible es que se habían quedado sin pista en donde aterrizar y debían mantenerse en el aire hasta que se les guiara a una.
Conclusiones finales
La primera conclusión que tengo de todo este relato es que el 30 de mayo de 1982 a media tarde, el HMS Invincible fue atacado por una fuerza conjunta de nuestra Aviación Naval y Fuerza Aérea. Que fue averiado, y que esas averías dejaron en forma parcial a los cielos de Malvinas de cobertura aérea británica, y que posibilitaron exitosos ataques futuros sobre objetivos navales y terrestres.
La segunda conclusión es que los 22 hombres que participaron de la misión, ya sean en los bombarderos o en los reabastecedores, me hacen sentir orgulloso de haber nacido en el mismo suelo que ellos. Porque más allá de que ellos solo cumplieron con su trabajo, demuestran que con preparación, constancia y vocación se pueden conseguir resultados. Hasta donde podríamos llegar nosotros hoy en día, si adoptáramos estos valores y los aplicáramos para solucionar los problemas que tenemos como Nación.
Como final, quisiera que todos recordemos, que para que esta misión tuviera éxito el Capitán (post mortem) José Daniel Vazquez, y el Capitán (post mortem) Omar Jesús Castillo entregaron todo lo que tenían para dar como seres humanos: sus vidas. No nos olvidemos de ellos, ni del resto de los que cayeron en este conflicto, no importa la fuerza a la que pertenecieron.
Referencias y bibliografías
Si bien el Atlantic Conveyor nunca fue diseñado para oficiar de portaaviones, los Harries podían despegar desde él a causa de su particular sistema de despegue vertical, el cual le permitía levantar vuelo sin la necesidad de una pista convencional.
Durante toda la guerra, solo se pudo disponer de cinco misiles en esta versión. Al comenzar el conflicto, la Armada contaba con cinco Super Etendard, pero debido al embargo francés, una de estas maquinas se utilizo como repuesto de las restantes cuatro.
El SP-2H Neptune es un viejo avión diseñado para el patrullaje y reconocimiento aéreo.
El S2E Tracker es un avión cuya tarea primaria es la lucha antisubmarina.
S-2E Tracker de la Aviación Naval Argentina
La versión inglesa que menciona a las naves Avenger y Exeter como las naves atacadas es:- Malvinas: La Guerra Aérea, escrita por Arms & Armour Press, Mientras que la versión de que el Atlantic Conveyor haya sido nuevamente alcanzado, corresponde a The Falklands War, escrito por Paul Edy y Magnus Linklater en colaboración de un equipo de investigación del Sunday Times de Londres.
Halcones sobre Malvinas. PMR Carballo, pagina 159.
Rolando Méndez
30/05/10
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