El conflicto en el mar de China Meridional, también conocido como mar del Sur de China, se origina a raíz de las diversas reclamaciones marítimas y territoriales planteadas por seis países: China, Taiwán, Filipinas, Vietnam, Malasia y Brunéi. Esta disputa abarca numerosas islas, arrecifes y bancos, siendo especialmente significativos las islas Spratly, el atolón de Scarborough y las islas Paracelso.
A parte de por motivos históricos, hay muchos factores que hacen atractivo este mar para los países ribereños. Para empezar, su posición geográfica es de vital importancia, pues se conecta con el océano Índico a través del estrecho de Malaca, convirtiéndolo en un canal de transporte vital para el comercio. La Conferencia de Comercio y Desarrollo de las Naciones Unidas (UNCTAD) calcula que un 21% del comercio global transitó por el mar de China Meridional en 2016.
Asimismo, también es una zona rica en recursos naturales, estimándose la existencia de 11.000 millones de barriles de petróleo sin explotar y 190 billones de pies cúbicos de gas natural.
En sus aguas se encuentran algunos de los arrecifes más ricos del mundo con más de 3.000 especies de peces, existiendo una gran industria pesquera que representa alrededor de un 12% de la captura mundial de peces.
Los conflictos por el control de sus aguas y formaciones marítimas han existido desde el siglo XX. Sin embargo, las tensiones han aumentado en los últimos años debido al incremento general del poderío militar y económico de los países involucrados. Entre ellos, China destaca por sus extensas reclamaciones, delineadas por lo que se conoce como la “línea de nueve puntos”.
Este concepto fue introducido por primera vez por el gobierno chino en 1947 y busca demarcar los territorios donde se argumenta que existen evidencias de presencia de población china, así como referencias en relatos y mapas antiguos sobre la actividad de pescadores chinos en la región. De este modo, Pekín invoca derechos históricos para respaldar sus intereses, al igual que Taiwán, ya que reclama el mismo territorio basándose en ese mismo mapa.
Sin embargo, esto es rechazado por el resto de los países colindantes, cuyas Zonas Económicas Exclusivas (ZEE) se superponen con la “línea de nueve puntos”. Esta situación llevó en 2013 a que Filipinas abriera una disputa contra Pekín en torno a las islas Spartly en el Tribunal de Arbitraje de la Haya, el cual, en su sentencia de 2016, invalidó los derechos históricos alegados por China al considerar que contravenían lo establecido en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (UNCLOS).
Pese al fallo emitido, la potencia asiática ha mantenido una estrategia asertiva para defender lo que considera como sus derechos soberanos.
Si bien las partes han intentado llevar a cabo acercamientos, como con el código de conducta en el mar de China Meridional entre China y la ASEAN –que sigue en negociaciones–, los conflictos y choques son lo más común en la zona, dándose una carrera por conseguir posiciones estratégicas para defender sus intereses.
Esto ha resultado en la construcción de islas artificiales, un aumento significativo de la presencia militar, enfrentamientos frecuentes entre barcos de la guardia costera y la armada, así como conflictos con barcos pesqueros. (DESCIFRANDO LA GUERRA) #NUESTROMAR
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