A 40 años de Malvinas, anécdotas de operaciones en la Marina Mercante (Jorge Metz)

A 40 años de Malvinas, anécdotas de operaciones con la Marina Mercante (Jorge Metz)

En los ’70, nuestros años transcurrieron por un lado entre la militancia transformadora del Concilio Vaticano II y la exhortación orientada al Hombre Nuevo, la Biblia Latinoamericana, el Evangelii Nuntiandi y su vocación evangelizadora y la pastoral de Monseñor Pironio y Cirotti (quizás llegó la hora de que se reconozca su santidad), y por otro lado nuestra vocación por ser Marinos Mercantes y la instrucción de la Escuela Nacional de Náutica, fundada por Manuel Belgrano.

Al terminar nuestra capacitación, el orden de promoción personal nos daba lugar a la elección de los mejores empresas navieras y sus mejores líneas marítimas que veníamos reconociendo en una etapa en la que aparecieron los buque semi contenerizados denominados de carga general, los nuevos buques gaseros y petroleros, frigoríficos y además los  buques de pasajeros entre otros.    Cada uno de nosotros decidió dónde desarrollar su experiencia. Yo elegí los petroleros, el B/T Campo Duran.

En el principio del 82 la visita a un amigo, Enrique Rugiero, en Puerto Madero, en el B/M Río Olivia, destinado a cubrir la linea al Mediterráneo y con falta de personal para iniciar su viaje, es la circunstancia por la que  yo ingreso a la familia de ELMA.

El viaje transcurrió entre Barcelona, Marsella, Génova, Livorno, Trieste y Venecia con escalas mínimas de 3 a 4 días por destino con lluvias del invierno, los carnavales de Piazza San Marco y los conflictos laborales de aquellos días; entonces aprovechábamos para hacer turismo, para finalmente arribar a Haifa y Ashdod,  en Israel,  donde se acostumbraba a servir  una cena promovida por el Consulado y la Embajada a los principales operadores para Buenos Aires. En ambos puertos se realizó el embarco de municiones y armas y algo de las pistas de aterrizaje que con el tiempo sabríamos que eran para Malvinas.

Después del desembarco en Buenos Aires durante la estadía se produce la invasión argentina en Malvinas. Mientras viajábamos en el Ómnibus de la empresa  Río de La Plata a la ciudad de La Plata, pudimos  observar la multitud festejando en Plaza de Mayo,  convocados por Galtieri.

Inmediatamente me convocan para embarcar y alistar el B/M Lago Argentino abandonado en el Canal Intermedio del Liceo Naval Rio Santiago, con el objeto de  trasladarlo a Puerto Madero para afectarlo junto con otros buques mercantes al  transporte del material logístico bélico para el conflicto.

Una vez alistado se procedió al Puerto de Santa Fe para el embarco de los pertrechos, armas y municiones, de los Regimientos de Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes (donde conocí a mi homónimo Capellán del Regimiento) y finalmente despachar para el Litoral Marítimo Argentino al comando de Eduardo Romero y Alfredo Martínez.

Un rato antes de la zarpada llega un mensajero de parte del Comando de Operaciones de la Armada Argentina para indicarnos la derrota recomendada y las instrucciones de viaje (que por supuesto no cumplimos);  era un buque que estaba navegando casi en emergencia, haciendo agua por el casco, lo que permanentemente obligaba a achicar con bombas desde las bodegas al mar, al tiempo que  desconocíamos la confiabilidad del motor principal, pero además no podíamos navegar a 50 millas de la costa como nos obligaban. La navegación era en sigilosa y sin luces y sin radares, próximo a la costa donde descubrimos refugiados a todo el parque de buques de la Armada en el Golfo San Matías.

El silencio en la navegación nocturna era alterado por el vuelo de helicópteros y aviones que iluminaban con fuertes reflectores casi todo el buque. Contábamos con artillería anti aérea en las distintas cubiertas del buque pero rezábamos porque no se le escapara un tiro a nadie,  sino imaginemos dónde terminábamos. Las noches eran eternas,  solamente  se escuchaba el rezo de algunos de los tripulantes o soldados,  mezclados con el ruido del motor principal y los generadores.

Finalmente arribamos al Puerto de Punta Quilla donde descargamos  todo el envío. Durante la estadía tuve la oportunidad de conocer a los pilotos aéreos que despegaban desde Capitán Sarmiento hacia la zona del conflicto,  y que compartían sus experiencias diarias en el Salón Comedor de la Estación de Servicio del Automóvil Club Argentino de Santa Cruz .

En el segundo viaje programado después de la descarga sabíamos del final de la guerra,  con el resultado todavía no conocido por la sociedad.

Honor y gloria para todo el personal que participó  activamente durante el conflicto y por supuesto a toda la tripulación de los últimos viajes en la vida del B/M Lago Argentino. Gracias! (Piloto de Ultramar JORGE METZ) #NUESTROMAR

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