El gran cliché sobre Turquía pronunciado a menudo por comentaristas externos tiende a centrarse en su geografía estratégica: división este-oeste, ídem norte-sur, Europa se encuentra con Asia, encrucijadas culturales y cosas por el estilo. La arteria central de esa idea atraviesa Estambul en forma de vía fluvial, el Bósforo. Históricamente, y de hecho en el presente, no se podría inventar una zona más geoestratégicamente tensa.
Por eso, para estabilizar el problema, se concibió la Convención de Montreux de 1937. Y por qué ninguna potencia se ha atrevido a meterse con el tratado internacional todo este tiempo: es una pila temblorosa de dinamita, una que podría desencadenar niveles sísmicos de confrontación si se burla. Y, sin embargo, el líder cuasi-hombre fuerte de Turquía, el presidente Erdogan, se atreve a hacer precisamente eso con el proyecto Kanal Estambul.
¿Qué entendemos por conflicto potencial? El acuerdo de Montreux permite que solo una cantidad muy limitada de material militar pase a través del Bósforo en un momento dado. A Moscú no le gusta demasiado porque limita la capacidad de Rusia para enviar buques de guerra o material desde el Mar Negro al Mediterráneo. De la misma manera, sin embargo, evita que una armada de buques de guerra de la OTAN ingrese repentinamente al Mar Negro y amenace el poder estratégico de Rusia allí. Al mismo tiempo, Turquía no puede imponer por capricho su propio embargo unilateral a los barcos o suministros marítimos de cualquier otra nación, militares o de otro tipo. Es territorio turco, pero Ankara está sujeta a las reglas internacionales. Esa es una breve instantánea de las complejidades de múltiples capas del tratado, pero suficiente para dar una idea de lo que está en juego.
El proyecto favorito del presidente Erdogan, Kanal Istanbul, concibe un segundo Bósforo a unas millas al oeste del real, uno que crea una nueva vía fluvial artificial como el Canal de Suez que permite el paso del Mar Negro al Mediterráneo (y viceversa). Funcionará sin las reglas de la Convención de Montreux. Los defensores del proyecto argumentan que aliviará las largas colas y retrasos que muchos barcos sufren actualmente en el estrecho junto con la contaminación que descargan mientras esperan. Un estrecho artificial sin las corrientes de la naturaleza reducirá el tipo de accidentes que atormentan a los barcos que atraviesan los traicioneros contornos del Bósforo, especialmente los petroleros que transportan enormes cantidades de petroquímicos inflamables.
Y, por supuesto, está la potencial ganancia económica inesperada: los ingresos adicionales de las tarifas cobradas a los barcos que atraviesan. Hasta ahora todo bien, en teoría. Muchos críticos no lo compran. Han notado todo tipo de desventajas: ambientales, económicas y estratégicas. Y también suenan muy convincentes, a gran escala. Más recientemente, más de un centenar de ex oficiales navales turcos firmaron una petición deplorando los peligrosos efectos potenciales del nuevo canal en Montreux y la seguridad nacional. Diez de ellos, almirantes, fueron arrestados de inmediato por comportamiento golpista.
Lo que nadie ha analizado adecuadamente es por qué, considerando las trampas, Erdogan se embarcaría en un despilfarro tan arriesgado. No es ningún secreto que empresas cercanas a su familia y su partido político han comprado terrenos a lo largo del estrecho propuesto. Ésa es una de las razones. Aquí hay un artículo de NPR que describe eso y los otros problemas evidentes, por ejemplo, es probable que pierda dinero.
Los comentaristas externos aún no han mencionado varias agendas más posibles (incluido el segmento de NPR), así que aquí hay un breve resumen:
1) El terreno de la ruta propuesta es, donde está poblado, en gran parte habitado por grupos demográficos adinerados y relativamente gentiles que tienden a favorecer a la oposición. Erdogan se ha acostumbrado a dispersar físicamente los barrios establecidos de estos grupos. De ahí las notorias protestas del parque Gezi, donde quería construir una enorme mezquita colindante con el distrito de vida nocturna más antiguo de Estambul.
Los proyectos de desarrollo masivo planeados alrededor del canal probablemente reemplazarán a esa población con una demografía más leal, sobre todo entre los trabajadores de la construcción de la clase trabajadora e incluso los refugiados sirios recientes en busca de trabajo y agradecidos con Erdogan. Por no hablar de las multitudes de habitantes de dinero nuevo que han prosperado bajo su régimen, y los inversores-compradores anónimos de todo el mundo que se convierten en partes interesadas en su supervivencia.
2) La estructura piramidal de la economía de Turquía se intensificará a medida que los oligarcas leales y los aliados extranjeros como Qatar obtengan un trato favorecido en los gastos de construcción (ver el artículo anterior de NPR). Hacer piramides significa concentrar grandes porciones de la economía en unas pocas manos leales. Siempre que Erdogan pierde tracción a través del voto popular (como sucedió en las elecciones municipales) tiende a reforzar el control sobre el país por otros medios. La economía de Turquía todavía es bastante heterogénea, desde los textiles hasta el turismo, pasando por las exportaciones de alimentos, la industria ligera y similares. Eso hace que el control sea más difícil.
Erdogan se esfuerza por dominar las alturas económicas en el modelo de economías petroleras que dependen de fuentes limitadas, pero ingresos masivos. En ese modelo (no muy diferente al de Rusia), el dinero realmente grande le es leal y proporciona gran parte del empleo del país. Por lo tanto, le gustan los proyectos realmente grandes que pueden dar forma a la macroeconomía.
3) Exactamente esos proyectos elefantinos atraen dinero oculto en busca de un hogar, tanto en la región como a nivel mundial. Los bienes raíces y la construcción tienden a atraer dinero extraterritorial global anónimo porque las compañías inversoras a menudo son de propiedad opaca (una queja frecuentemente dirigida, por ejemplo, a la propiedad inmobiliaria internacional incluso en Londres).
El vecindario de Turquía está inundado de fondos tan sombríos. Todos los petrodólares ilícitos de la región, por ejemplo. ¿Recuerdan la acusación de Estados Unidos contra Halkbank por negociar con dinero del petróleo iraní sancionado? Y eso es potencialmente solo una porción del pastel. Los oligarcas de muchos de los estados postsoviéticos tienden a favorecer la riviera turca con casas y yates. Las regiones de “agujeros negros” dominadas por Rusia, como el enclave separatista de Georgia, Abjasia (justo por encima de Turquía), generan esos fondos en abundancia. Agregue a eso la economía sumergida islamista global que busca respaldar el apoyo de Erdogan a las fuerzas sunitas en Siria y la región. Los números, en total, pueden sumar una parte significativa, aunque oculta, del presupuesto nacional.
4) Este es el tipo de proyecto, con toda la probable participación internacional tanto en la sombra como oficial, que ofrece una cobertura contra posibles sanciones estadounidenses. Vimos cómo, en la era Trump, Turquía sufrió dos sanciones, cada vez que sacudió gravemente la economía. Erdogan ha estado muy atento a esa eventualidad, sobre todo porque puede derrocar su control del poder al inducir una recesión repentina.
La amenaza ciertamente limita su capacidad para maniobrar contra los intereses de la OTAN, la UE y los Estados Unidos. Por lo tanto, ha buscado formas de suavizar el impacto de posibles embargos, en particular del tipo Magnitsky, que pueden debilitar a sus aliados o miembros de su familia, amenazar sus planes piramidales o simplemente hundir la economía nacional. De ahí el acuerdo que firmó con Venezuela que garantiza el acceso de Turquía a los suministros de oro. Aquí está mi columna sobre cómo los países que invirtieron en el régimen de Maduro de Venezuela están allí principalmente para acceder a sustitutos de moneda que rompen las sanciones, como el oro, el petróleo y el uranio.
Los grandes proyectos de construcción ofrecen un canal para la infusión de fondos apátridas. El dinero no registrado que entra y sale proporciona una sólida protección contra las sanciones.
5) Finalmente, y no menos importante, está el cálculo geoestratégico. Durante al menos sus dos últimos siglos, el Imperio Otomano sobrevivió enfrentando poderes más grandes entre sí. No en vano Erdogan es apodado neo-otomanista. Compró misiles rusos pero nunca los desplegó, con la esperanza de apaciguar tanto a Moscú como a Washington. Habla con Putin con regularidad, pero hace ruidos de apoyo a Ucrania. Controlar el único vínculo marítimo entre el norte y el sur en el ombligo estratégico del mundo, especialmente sin las limitaciones del tratado, le otorga una enorme influencia geoestratégica.
¿Qué significa eso en la práctica? Por un lado, se suma a las herramientas en su caja de herramientas para mantener a Occidente alejado de su espalda. ¿Estados Unidos decide sancionar a Turquía? Deja que los buques de guerra rusos atraviesen el Mediterráneo en el tipo de número hasta ahora limitado por Montreux. ¿Moscú decide imponer un embargo de oleoductos sobre, digamos, petróleo de Asia Central? Los barcos pueden llevarlo a través de Kanal Istanbul sin disminuir el volumen. Con la misma importancia, puede amenazar la dominación del Mar Negro por parte de Moscú al permitir el paso fácil de los buques de guerra estadounidenses a aguas rusas. En cantidades mucho mayores que las permitidas por Montreux.
Cuando Putin reunió tropas recientemente a lo largo de la frontera de Ucrania, Estados Unidos amenazó con enviar dos buques de guerra al Bósforo. Rusia retrocedió. Imagínese la amenaza de toda una flotilla. Nada de esto tiene que suceder en la actualidad. El hecho de que Erdogan pueda facilitarlo, realineando virtualmente el equilibrio de poder global cada vez, le da a él (y a Turquía) una especie de voto decisivo sobre el punto de inflexión. Es muy poco probable que cualquier hegemón mundial quiera que él o Turquía tengan ese voto, razón por la cual los ex almirantes arrestados estaban preocupados por el efecto del canal en la seguridad de Turquía. (TRADUCIDO DEL ORIGINAL – Melik Kaylan – FORBES) #NUESTROMAR
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