Maximiliano Bello, especialista en políticas oceánicas internacionales e impulsor de las áreas marinas protegidas en la región, destacó que se abre la oportunidad de controlar la sobrepesca y de preservar los recursos de los mares.
PANAMÁ.– La expectativa por la aprobación del Tratado de los Océanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) dominó el clima de la octava conferencia Our Ocean, que se realizó en esta ciudad. Durante las dos jornadas de deliberaciones en esta cumbre paralela, expertos, funcionarios y representantes de organizaciones ambientalistas monitorearon de manera permanente las negociaciones que se desarrollaban en Nueva York para sellar el acuerdo de protección del 30% de los mares en 2030, finalmente cerrado hoy. La referencia a la urgente necesidad de alcanzar ese compromiso se replicó en todos los paneles del encuentro.
En una pausa de su agitada agenda durante la conferencia, el chileno Maximiliano Bello, experto en políticas oceánicas internacionales y uno de los principales impulsores de las áreas marinas protegidas en América Latina, dialogó con LA NACIÓN sobre el alcance del tratado y el impacto en la región. Desde la organización Mission Blue, su voz ganó relevancia en la lucha por regular los mares del planeta.
-¿Cuál es el nivel actual de desprotección de los océanos y qué consecuencias trae?
-Actualmente hay un 7% del océano protegido y un 3% altamente protegido. O sea que tenemos un 97% abierto a la explotación, y eso es muy preocupante por la falta de regulación. En altamar, en las aguas internacionales fuera de las zonas económicas exclusivas, menos del 1% está protegido. Una de las consecuencias es que países con economías altamente subsidiadas siguen pescando sin tener mayor control. Las reglas las ponen ellos. La sobrepesca es el gran problema que se genera, es la principal amenaza del océano. Este manejo no es ecosistémico. Se sigue extrayendo y destruyendo parte del patrimonio que, en realidad, nos pertenece a todos.
-¿Cuál es la importancia de la aprobación del tratado?
-Es enorme la importancia de este tratado para el futuro de la humanidad. Este marco legal puede asegurarnos la viabilidad de los factores claves que han permitido la vida en este planeta. La idea es que podamos avanzar en establecer mayores responsabilidades sobre las actividades que se hagan en los mares.
-¿Cómo debería funcionar la distribución de beneficios de eventuales hallazgos en altamar con el nuevo marco?
-Deberían ser repartidos entre todos y, por eso, se transformó en uno de los escollos del acuerdo. Fue resistida la distribución de los beneficios futuros de las especies que pueden ofrecer genes patentables, por ejemplo, para su uso en medicina.
-¿Qué impacto se puede esperar para América Latina?
-El impacto podría ser muy positivo para América Latina porque estaríamos en condiciones de controlar las flotas de países ricos que están sacando todos los recursos que son transzonales. La actividad de los barcos de naciones como China, que están pescando fuera de tu país durante la temporada del calamar, tiene efectos sobre un ecosistema que no tiene límites. O sea, la Argentina llega hasta las 200 millas de su zona económica exclusiva, pero los calamares y las especies que consumen esos calamares no saben dónde está el límite, no se resguardan en las aguas argentinas. Y todo lo que está pasando por fuera de las 200 millas va a impactar de manera directa sobre el ecosistema, sobre la economía y sobre la gente que vive de esos recursos. Lo mismo pasa con otros países ricos que siguen haciéndose de esos recursos a través de los subsidios que les permiten, por ejemplo, renovar los barcos. Y nosotros no tenemos esa capacidad. No la tenemos en Chile, no la tenemos en la Argentina, no la tenemos en Perú, no la tenemos en Ecuador… Entonces, otros vienen y toman lo que deciden que es suyo.
-¿Cuáles son los países de la región más activos en la generación de áreas marinas protegidas?
-Hay dos países liderando en todo el continente. Uno es Panamá, que pasó a ser el segundo en el mundo con mayor proporción de áreas marinas protegidas, con un 54,33% dentro de su zona económica exclusiva. Luego, está Chile, que tiene un 43%. Costa Rica y Colombia lograron un 30%, pero tienen que terminar los planes de manejo. Atrás viene Brasil, que está casi en un 20%, pero necesita mayor calidad. Entre los más atrasados están Uruguay y Perú, que no llegan al 10%.
-¿Cómo se ubica la Argentina?
-Tiene un 11% de áreas marinas protegidas, está cerca de los más atrasados.
-¿Qué lectura hace de ese número?
-La Argentina tiene una historia de ciencia y de interés en la protección de la costa y el mar. Pero puede más. Y debe más. (Florencia Fernández Blanco – LA NACION) #NUESTROMAR
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