Aunque aún faltan pruebas concluyentes, estudios recientes han demostrado que los microplásticos podrían ser conductos para enfermedades tanto en humanos como en la vida silvestre.
Los microplásticos, minúsculas partículas plásticas de 5 milímetros o menos, han llegado a todos los rincones del planeta, desde los polos hasta nuestras casas. Se han encontrado en el agua del grifo, en la embotellada, en aves, peces, mamíferos e incluso en órganos humanos como sangre, heces y pulmones.
Esta invasión se ha convertido en una amenaza emergente para la salud global, ya que podrían portar patógenos y toxinas.
La bióloga marina Linda Amaral-Zettler y su equipo han bautizado a estas ricas comunidades de microorganismos que habitan en los microplásticos como “la plastisfera”. Aunque hace 13 años encontraron bacterias patógenas en microplásticos marinos, solo ahora se ha confirmado que existe una preocupante razón para estar alerta. Estos fragmentos de plástico podrían transportar patógenos y, en consecuencia, aumentar el riesgo de enfermedades infecciosas.
La posibilidad de que los microplásticos porten patógenos y toxinas ha llevado a los científicos a investigar en qué medida podrían afectar la salud humana y el equilibrio de los ecosistemas marinos. La preocupación radica en que los animales, incluidos los humanos, podrían inhalar o ingerir microplásticos recubiertos de patógenos, lo que podría resultar en infecciones.
Resistencia a los antibióticos
La revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America (PNAS) informa que los microplásticos podrían incluso fomentar la resistencia a los antibióticos y alterar las respuestas inmunológicas en los huéspedes, lo que podría permitir una transmisión indirecta de enfermedades.
Aunque las estimaciones sugieren que hay entre 82 y 358 billones de microplásticos en los océanos del mundo, todavía no hay pruebas concluyentes de que estos fragmentos estén propagando enfermedades de manera directa. Los científicos están investigando cómo los microplásticos podrían ser conductos para enfermedades infecciosas, pero la relación exacta entre los patógenos y los microplásticos sigue siendo un área de estudio activa.
La producción de plástico ha aumentado exponencialmente en las últimas décadas, lo que ha llevado a una invasión de microplásticos en todos los ecosistemas. A pesar de las preocupaciones y los hallazgos iniciales, aún falta un entendimiento completo de cómo estos interactúan con patógenos y toxinas en el ambiente. Los científicos continúan explorando cómo estos diminutos fragmentos de plástico podrían estar alterando el equilibrio natural y representando una amenaza para la salud global.
A medida que el problema de los microplásticos sigue aumentando, se hace evidente que se necesita una mayor conciencia pública y una acción concertada para abordar este desafío ambiental y de salud. (María P. Martínez – MUNDIARIO) #NUESTROMAR
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