Cumplirá tres años el fenómeno climático, que lleva más carga al puerto de Bahía Blanca

Cumplirá tres años el fenómeno climático, que lleva más carga al puerto de Bahía Blanca

La bajante del río Paraná se extenderá al menos hasta el invierno y seguirá generando un mayor completamiento de bodegas. La bajante extraordinaria del río Paraná se extenderá durante los próximos meses al no avizorarse una normalización de las lluvias sobre su cuenca, por lo que las complicaciones logísticas para la exportación de granos continuarán hasta avanzado el invierno.

Esto, obviamente, seguirá traduciéndose en un mantenimiento de las necesidades de mayor completamiento de bodegas en las terminales granarias bahienses, ante la imposibilidad de lograr mayor calado en los puertos del Gran Rosario.

Según un informe del Instituto Nacional del Agua (INA) respecto de la bajante del Paraná, “la perspectiva al 31 de mayo de 2022 no permite esperar un rápido retorno a la normalidad, con probabilidad de extenderse durante todo el otoño”.

“Los niveles en el río Paraná en territorio argentino, incluyendo el Delta, se mantendrán en aguas bajas durante el trimestre de interés (marzo, abril y mayo), con eventuales recuperaciones de corto plazo, pero en continuidad con el escenario iniciado en marzo de 2020”, acotó el INA.

Para mensurar la magnitud de la bajante, solo basta con observar la altura medida por la Prefectura Naval Argentina (PNA) en los puertos de Rosario: los registros al 1 de abril mostraban una altura de 0,89 metros, mientras el promedio histórico para dicho mes es de 3,61 metros.

Agravamiento

Incluso se verificó un agravamiento en la situación respecto al año pasado, ya que el 1 de abril de 2021, con la bajante extraordinaria en pleno desarrollo, la altura era de 1,86 metros en la ciudad santafesina.

En ese marco, sin pronósticos alentadores a la vista, el río Paraná se apresta a cumplir tres años de bajante extrema e histórica.

Así lo indicó el ingeniero Hugo Rohrmann, docente e investigador de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional del Nordeste.

Después del último ciclo de inundaciones y partir de mediados del 2016, el río se ubicó en alturas de normal a baja, para iniciarse luego con fuerza un período de bajante extraordinaria desde junio de 2019 hasta la actualidad, con registros por debajo de los 2 metros en los puertos de Corrientes y Barranqueras, y hasta con valores mínimos de 10 centímetros durante algunos períodos.

Según el diario El Litoral, Rohrmann señaló que los pronósticos trimestrales no prevén una modificación sustancial del escenario de aguas bajas para el río Paraná.

“Todas las esperanzas se concentran entonces en la próxima temporada de lluvias que comienza entre septiembre y octubre, que debería ser definidamente superior a lo normal en lluvias, para que se defina la finalización de esta gran bajante que hace 50 años no se registraba”, dijo el investigador al diario santafesino.

Tamaña extensión de la bajante en el tiempo fue pocas veces registrada en la serie histórica de mediciones oficiales de la altura del río, que hacen recordar los 3 años consecutivos de bajante excepcional, que fueron los años 1968 a 1970.

Rohrmann aclaró que la actual bajante extraordinaria tiene la particularidad de producirse en un escenario histórico de mayor volumen promedio de agua del río Paraná, pues hasta el año 1970 el caudal promedio del río era 15.300 m3/s en la zona, y en los últimos 50 años se elevó a 19.000 m3/s, una de las consecuencias beneficiosas de la construcción de más de 60 represas hidroeléctricas, además de los motivos de incremento de precipitaciones y cambio de uso del suelo en el sur brasileño, de selva a agricultura.

En tanto, en diálogo con Télam, el director del Centro de Investigación de Recursos Naturales del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), Pablo Mercuri, consideró imposible disociar la sequía persistente que atraviesa el litoral y noreste argentino, el sur de Brasil y Paraguay con la bajante extraordinaria del Paraná.

“La sequía está ocurriendo en los diferentes territorios de la cuenca. Hay cinco estados de Brasil que llevan más de dos años de emergencia por sequía, mientras que Paraguay también tuvo una sequía extrema”, explicó Mercuri.

Impacto logístico

Por el lado de la logística, la baja en el caudal fluvial lleva a que se generen severas complicaciones y mayores costos en las exportaciones del sector agropecuario, en especial del granario, ya que por la hidrovía se despacha el 80% de la producción nacional.

“Nos preocupa mucho la bajante, que ahora está dando señales de profundizarse en los próximos meses”, indicó Gustavo Idígoras, presidente de la Cámara de la Industria Aceitera y del Centro de Exportadores de Cereales (Ciara-CEC).

Idígoras subrayó que “esa profundización tiene impactos importantes en el ritmo de la logística y en los costos incrementales, que van desde el tipo de barcos que pueden ingresar al Paraná al aumento de costos para contratar esos buques, porque al ser los únicos son más caros”.

“Estamos en un promedio de carga 30% menor a lo normal y eso genera necesidad de envíos a los puertos de Bahía Blanca y Quequén, con más de 800 kilómetros de logística terrestre cuyo costo tiene que soportar el exportador. O también está la posibilidad de la pérdida directa de exportaciones, ya que se terminan haciendo en Brasil”, explicó.

Hace ya varios meses que los navíos de carga que ingresan a los puertos rosarinos, por citar un ejemplo, o son más pequeños a los habituales o, se cargan con un menor volumen por cuestiones de calado. A esto hay que sumarle una mayor estadía de los barcos en los puertos, ya que su egreso e ingreso de las terminales lleva más tiempo. (LA NUEVA) #NUESTROMAR

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