Cuento: Navegando de Port de Lorient a Mar del Plata en un pesquero (Daniel Molina Carranza)

El presente cuento esta basado en una historia real, pero me he permitido con la imaginación agregar personajes y elementos para sazonar la narrativa, por favor nadie se sienta involucrado porque no es nada más que eso, un lindo cuento.

Navegando de Port de Lorient a Mar del Plata en un pesquero

La amistad siempre es un bien muy preciado, pero en la adolescencia lo es especialmente. La causa es que ser adolescente es el período más convulso en la mayoría de la gente.

La amistad en esta etapa, es una relación de lealtad y confianza, la cual puede traer consigo muchas cosas buenas y a veces malas, depende de la capacidad para descubrir los verdaderos amigos.

Los amigos que se adquieren durante este período influyen y mucho, sobre nuestro comportamiento. Influyen en nuestra forma de vestir, de hablar, de opinar e incluso, pueden inducir a que hagamos cosas que estando solos no se nos ocurriría bajo ningún concepto.

Ahora con setenta y cuatro años, pienso que el hecho de conservar esos amigos, salvo lo que han fallecido, es un bien inestimable.

Esta es la historia de un joven de nuestro grupo, quien vivía permanente en Mar del Plata, razón por cual la distancia física con nosotros que vivíamos en Buenos Aires, la dificultad en las comunicaciones que en esa época se limitaban al teléfono o una carta, no pertenecía al grupo más compacto de amigos, pero todos sentíamos por él un gran afecto.

De una u otra manera todos amábamos el mar, y sentimos un llamado del mismo al cual acudimos por diversas vías. La forma por la cual llegó él fue particularmente especial, o al menos diferente a la nuestra.

Ya éramos plenamente conscientes de nuestra adolescencia y buscábamos algo más que diversión. El grupo crecía en número y nos mezclábamos felizmente con las chicas de nuestra edad. Éramos un grupo homogéneo y compartíamos ciertos rasgos, valores, actitudes e ideas afines.

Nuestras amigas mujeres las considerábamos las mejores del mundo y poco a poco las parejas se fueron armando, a veces dejando algún corazón herido. Eso sí, definida la pareja se respetaba a muerte.

Los veranos eran la época más feliz del año y lo que viviéramos en esos meses, lo seguiríamos disfrutando durante el año. La temporada estival empezaba en el mes de diciembre y llegábamos hasta el mes de marzo. Casi todos varones y mujeres, teníamos una casa o departamento en la ciudad de Mar del Plata, la cual se llamaba “la feliz”.

La ciudad además de proponer buenos balnearios, excelentes boliches bailables, ofrecía una propuesta para los chicas y chicos que no existía en otra parte del país. Los días de playa eran en las arenas del Yacht Club Argentino o del Club Náutico. Lo mismo que las navegaciones a vela en los fantásticos veleros de la época que eran los grumetes cascos de madera o algún Rio de la Plata arribado a zona.

A todos nos gustaba la náutica, sea a vela o a motor. El padre de una de las chicas tenía una lancha en la cual salíamos a practicar ski acuático. También en general éramos buenos nadadores y la competencia más frecuente la hacíamos desde la costa hasta una inmensa boya flotante que era la propaganda de una cerveza de moda en esa época, la “HB”.

Las tardes escapábamos hacia las playas del sur, lo que ahora es Punta Mogotes, que no estaban urbanizadas y tenían poderoso médanos de arena rodeándolas. A ellas llegábamos en el auto de un tío de nuestro amigo Héctor C, uno de los más populares de la barra. El automóvil era un Buick enorme que un día dejamos encajado en la arena.

En esos veranos fue como conocimos a Willy. Él era un poco más chico que nosotros, pero enseguida encajó en el grupo. Destacado tenista y mejor nauta, socio del Club Náutico Mar del Plata.

Realmente en todo era un ganador y como decíamos en esa época, era un tipo de gran pinta. Además, conocía Mar del Plata de una manera que nosotros nunca lo hubiéramos podido hacer.

Las escapadas a las playas del sur, luego del vóley y algún picado de futbol en la arena terminaban en fogata, alrededor de la cual armábamos tragos, canto y baile. La música en vivo siempre la brindaba Fernando A., que tenía la desgracia de tocar la guitarra y cantar melódico.

Digo la desgracia porque mientras todos empezábamos a los arrumacos con las chicas, él debía cantar los temas románticos popularizados por Eydie Gorme y el Trio Los Panchos, o los más movidos como “Las olas y el viento” de Donald o arriesgarse al inglés para algún tema de Beatles como “Yesterday”.

En lo personal, mi noviecita era una española muy bonita y excelente persona que había viajado a estudiar a Argentina. Sus tíos eran dueños en Mar del Plata de una casa de piedra que ocupaba toda la esquina en Punta Iglesias. Se caracterizaba por sus portones de madera y los balcones en la planta superior desde la cual teníamos la mejor vista del Mar del Plata.
La española se llamaba Marisa y era algo mayor que yo, además ya había pasado algunas pruebas para modelaje de ropa, era bonita y con un cuerpo estupendo, en el cual la ropa se lucía. Me sentía muy orgullosos de ella. Era popular un tema musical con ese nombre, que cantaba Leo Dan, que cuando lo escuchaba me sensibilizaba.

En esa época Willy también se puso de novio con una marplatense de nombre Adriana que era especialmente bonita y encantadora, razón por la cual, sentíamos que nuestra “barra” de amigos éramos lo más afortunados. Inclusive Fernando el guitarrero y cantor, cuando este dejaba la música se convertía en un ser buscado por las mujeres.

Entonces cuando nuestra vida era una fiesta, ocurrió algo de lo cual hablé al principio, al referirme a la influencia que ejercen sobre nuestras decisiones los amigos, máxime aun en las decisiones que iban a gravitar en toda nuestra vida.
César G. cuyo padre era el comandante de la base de submarinos, nos fue convenciendo de las ventajas de la vida naval y lo bueno que sería para nosotros la carrera como oficiales de la Armada. Nos gustaba navegar, amábamos el mar y estábamos un poco confusos aun con nuestro futuro, así que finalmente ese fue nuestro destino para los “veraneantes”, no así para Willy que decidió estudiar Economía en la Universidad de Mar del Plata.

Nuestro ingreso a la Escuela Naval hizo que nuestros encuentros fueran más esporádicos y que ya las eternas vacaciones se redujeran a escasos treinta días, y lo peor era que no siempre podíamos pasarlas en Mar del Plata.

Cuando finalizaban la década de los sesenta nos recibimos y en el último curso a bordo de la Fragata Libertad como guardiamarinas en comisión, recorrimos el mundo. Al regresar al país diez meses después, Willy estaba esperando en el puerto de Buenos Aires y nos dedicó una semana de estar juntos. Por esa razón paró en mi casa de la calle Ayacucho y Santa Fé en el Barrio Norte.

El interés mayor de Willy esos días de reunirnos los amigos era conocer las historias de los puertos recorridos de América, Europa y África, durante nuestro viaje en la Fragata, le devoraba el interés de conocer, aunque sea de nuestra boca, ese universo fuera de los límites del país.

Luego cada uno fue destinado a diferentes destinos navales y Willy regresó a su Universidad en Mar del Plata. Estudiaba ciencias económicas y trabajaba en la municipalidad en la delegación del puerto como Inspector. Cuando estaba libre jugaba mucho al tenis en el club Náutico, donde toda su familia eran socios. Su hermano mayor llego a ser número uno.
En el club había muy buen nivel de tenis, tenía una excelente escuelita para niños, entre los cuadros de esa escuelita se encontraba Guillermo Vilas, con el que Willy compartía muchas cosas en esa edad tan linda. Esa amistad se mantuvo toda la vida.

Mar del Plata y la pesca

El puerto de Mar del Plata se inaugura en 1924 tal cual lo conocemos hoy. Se instaló una flota costera y de mediana altura, al igual que algunas plantas procesadoras, en especial dedicada a conservería y salazón, poco congelado al principio.
El puerto se promovió como principal proveedor de pescado del mercado interno. La pesca de mayor escala comienza recién en los años cuarenta, con la segunda guerra mundial y el desarrollo de la industrialización.

Pero la flota armada por los inmigrantes italianos, no permitía aprovechar las ventajas de los barcos de arrastre y la pesca de altura y de fondo. Entre mil novecientos cincuenta y mil novecientos cincuenta y dos, empezaron a llegar varios barcos pesqueros grandes de Bélgica.

Lo hacían a través de un acuerdo firmado por el gobierno argentino con los armadores belgas. La mayoría de esos barcos procedían de la costa de Flandes Occidental: Ostende, Nieuwpoort. Esta flota de barcos fue denominada “la flota negra,”, por que venían pintados con brea para evitar que un parásito de la madera.

Además de los barcos de una tecnología avanzada, se aportaba recursos humanos capacitados en la pesca de altura, familias que se radicaron en Mar del Plata y estudios efectuados por esa flota de exploración del mar argentino.

En el año mil novecientos setenta y tres, Willy conoce en el Club Náutico a un belga que había inmigrado a Argentina: Diego Calcoen, que era dueño de una planta procesadora de pescados. Este le comenta que a través de un grupo denominado” Expansión” se había asociado con una firma de origen alemán, de nombre Lahusen. que tenían grandes inversiones en la Patagonia.

Es de tener en cuenta que al finalizar la segunda guerra mundial se exteriorizan en Bélgica conflictos entre flamenco y valones, dado que los flamencos eran acusados de colaboracionistas de los alemanes. En ese momento “vlaanderen” (flamenco) era sinónimo de alemán.

La idea del belga Calcoen y del alemán Lahusen, era comprar pesqueros usados en Europa e incorporarlos a la flota de Mar del Plata, teniendo como especies objetivos la pesca de merluza y calamar. Para ello formaron la firma Pez Export.

En general las empresas argentinas habían iniciado la acción de traer pesqueros de Europa, por ejemplo, se compraban los barcos en Francia. Francia se había quedado sin pesca de media altura y poseían una flota de buques fresqueros modernos, que eran ineficientes económicamente hablando por la poca pesca.

Algunas tripulaciones de Mar del Plata. habían viajado a traer pesqueros de ese país. “Ventura” que era la firma más grande de pesca de la Argentina compró e importó el buque pesquero francés “12 de octubre” que era un barco de 60 metros de eslora. Casualmente el capitán era Herman Calcoen hermano de Diego C. El “12 de octubre” se convirtió el pesquero más eficiente de la flota marplatense por varios años.

El viaje de Willy

Corría el año mil novecientos setenta y tres, yo que seguía en la Armada estaba destinado en Ushuaia en la agrupación de lanchas rápidas y Willy en Mar del Plata.

Cuando hablábamos por teléfono se quejaba de tener un año complicado en la Universidad. La misma estaba muy politizada, había asambleas, tomas, y pocas clases, un verdadero caos.

Además, él quería hacer algo más, estaba inquieto por desarrollarse y tomar un rumbo. Siempre le gustó la industria pesquera y los barcos, era algo que de alguna manera quería arrimarse, aunque no tenía ni idea de cómo hacerlo.

Me comentó que le sucedió algo que le hizo cambiar el rumbo de su vida laboral, lo dejo en sus palabras:
̶ lo vi al belga Diego Calcoen en el club y le pregunté, Diego ¿qué hay que hacer para ir a buscar un pesquero? Es algo que a mi gustaría, él me contestó:
̶ y vos que sabes hacer?
̶ Yo pensé que se refería a conocimientos con respecto a la navegación y le dije y…tengo carnet de timonel de yate a vela, él me dice:
̶ pero que más sabes, además de moverte en un velero?
̶ bueno, hablo inglés, entiendo y me hago entender en francés e italiano además tengo conocimientos contables y de administración. Para mi sorpresa me contesta̶
̶Déjame ver puede haber algo para vos, preciso una persona de confianza.̶
̶Desde ese momento no dormí más, solo esperaba que Diego me dijera algo, para eso iba al club todos los días, aunque no a jugar al tenis, solo para ver si él andaba por ahí.

Fue corta la espera, cuando me encontró a los pocos días me dijo que habían comprado dos pesqueros en Francia. Que estaban en el puerto de Lorient y había que traerlos a Mar del Plata.

Lorient se encuentra en la Bretaña Sur francesa, La bahía posee más de una docena de puertos para diferentes usos: comercial, militar, pesquero, de pasajeros y deportivo. También cuenta con una infraestructura más que suficiente para servicios de reparación de barcos, diques secos, etc.

El trabajo que proponía el belga era viajar para preparar los barcos, realizar compras y reparaciones para lo cual era necesario sacarlos a dique seco, recorrer el casco, cambiar zines (ánodos de sacrificio para evitar la corrosión por corrientes estáticas), verificar hélice y timón y especialmente pintarlos de acuerdo a la reglamentación argentina.

Diego me dijo que si bien ellos contaban con técnicos que le habían recomendado, todo esto requería una atención de una persona de confianza. Fue ahí que me ofreció el trabajo de armador y también de tripulante.

Reconozco que la idea me encantó, pero la decisión significaba alejarme por un tiempo prolongado de Mar del Plata, renunciar al trabajo en la municipalidad y dejar momentáneamente la facultad requería de una importante decisión.
. Pero lo más importante debía hablar con mi novia, quería que ella estuviera de acuerdo y me apoyara con la decisión que tomara. Afortunadamente su decisión fue positiva, pensando que era lo mejor para mí.

̶ Hasta aquí fue lo que conversamos previo al viaje de Willi y mientras yo estaba en Ushuaia.

Luego me comentó que el viaje a Lorient se programó para fines de septiembre, Willi arregló con el belga que saldría unos días antes para ir a Italia concretamente a Roma para ver a su tío Walter, hermano de su padre, con el cual mantenía mucha correspondencia. Así fue que voló en la línea aérea Alitalia, vía Rio de Janeiro a Roma. En esa época los vuelos no eran directos.

Encontrarse con su tío al que no conocía personalmente fue una gran experiencia. No se desilusionó al conocerlo, era tal como él lo imaginaba: un sardo fuerte como su padre, un hombre con mucho mundo y muy afectuoso.

Durante la segunda guerra mundial había estado prisionero de los ingleses en Abisinia, ( Abisinia, fue un reino africano que abarcaba los actuales territorios de Etiopía y Eritrea. que en esa época estaba ocupada por Italia), y Walter tenía una hacienda allí.

Le contó que, como prisionero civil tenía ciertas libertades, por ejemplo lo mandaban a cazar para traer comida ya que era un experto tirador. En Abisinia bajo ocupación aliada conoció a la que luego sería su señora, una enfermera inglesa llamada Mary que adoraba Italia y Cerdeña. Al ser liberado viajaron con Mary a Italia. Desde ese momento sus vidas habían continuado entre Roma y Cerdeña.

En el breve tiempo de estadía en Roma su tío y esposa lo llevaron a conocer esa ciudad milenaria, donde cada calle es un pedazo de historia de la humanidad.

Dado que Willy debía viajar a Lorient vía Paris, había quedado con Diego en pasar tres días en la ciudad luz, tratando en tan breve tiempo de recorrer todo lo que pudiera y disfrutar lo máximo posible. Paris para un veinteañero con algo de dinero en los bolsillos y muchas ganas de vivir, puede ser una ciudad extraordinaria. La breve visita a Paris fue también algo increíble y fantástico. Pero todo lo bueno es breve y se acaba, así que debía viajar a Lorient finalmente.

Lo hizo por el aeropuerto París Orly. Este es el aeropuerto más cercano a la ciudad de se encuentra a tan sólo 13 km del centro. Es el segundo aeropuerto más importante de París y desde ahí despegan los vuelos de cabotaje. Willy tenia los tickets con fecha abierta en Air Inter, el avión era un cuatrimotor a pistón “Electra”, similar a los que estaban llegando a las líneas aéreas de Centroamérica.

Aterrizado en el aeropuerto Lorient-Lann-Bihoué Airport, que es el aeropuerto que da servicio a la ciudad de Lorient. Situado a 5 km al oeste-noroeste de Lorient, En la terminal aérea lo estaba esperando Michel Iriart quien sería su agente marítimo en esa ciudad.

Iriart era un francés encantador y rápidamente percibieron una buena onda entre ambos jóvenes. Michel era apenas un par de años más grande que Willy y en el trayecto a la ciudad le contó que su padre había vivido en Argentina y en 1943 había viajado a Inglaterra para incorporarse como oficial de la resistencia francesa encabezada por Charles de Gaulle, habiendo desembarcado el “día D” en Normandía, con las fuerzas aliadas, para echar a los alemanes de Francia.

Michel le informó que ya había llegado desde Buenos Aires un ingeniero naval argentino para colaborar en la recepción de los pesqueros. Principalmente verificaba el estado de los motores del barco y toda la parte técnica. Paraba en el mismo hotel donde se alojaría Willy: el Hotel Nautilus ubicado muy cerca del puerto en 14 Rue du Sous-Marin Venus, así conoció al ingeniero Rodolfo Shoen,

Al otro día fueron los tres al muelle pesquero y allí estaba el “Notre Dame du Salut” (luego rebautizado “Constanza”) que había llegado de su último viaje de pesca hacía pocos días.

Construido en Saint Malo, Francia en el año 1960. Estaba propulsado por un Motor Deutz de mil doscientos caballos de fuerza y su eslora era de cincuenta y un metros.

La flota de pesqueros del Mar del Norte estaba siendo reemplazada por barcos congeladores, debido a la poca captura por la zona. Este tipo de fresqueros ya no eran más rentables y los congeladores le permitían a los pesqueros buscar caladeros más lejanos donde poder completar sus bodegas sin miedo a arruinar el pescado.

Por ejemplo, se descubrió a varios días de navegación y a mucha profundidad “el fletan” (Parece un lenguado muy grande). El fletán es un pescado de muy buena aceptación y valor.

En ese momento el gobierno francés financiaba la construcción de los nuevos buque factoría y facilitaba la venta de buques usados para terceros países.

Así fue como la flota marplatense compró más de 20 buques en Francia en muy buenas condiciones. Dado nuestra visita al puerto Michel nos llevó a conocer las instalaciones de construidas por los alemanes en la guerra.

El puerto de Lorient durante la segunda guerra mundial, había sido una importante base de submarinos alemanes. Para la reparación de los submarinos, los alemanes construyeron un astillero múltiple. Subían por una rampa única y llegaban al centro de una estrella, desde donde giraban hasta alguno de los brazos libres, en total había 5 brazos, todo con vías sobre un enorme vagón anguilera.

Había también, una parte de esta base en la que los submarinos entraban navegando y se reabastecían o hacían reparaciones menores que era bajo techo. Las construcciones de cemento armado con paredes de más de 2 metros de espesor y en forma de una U invertida, con más de veinte metros de alto.

De regreso al hotel los conectó con la familia que manejaba un hotel más económico a donde mudarse cuando llegara la tripulación para que negociaran el alojamiento y comida de los tripulantes hasta que pudieran embarcarse. El hotel se llamaba Neptuno y estaba ubicado en el 15 avenue de la Perriere, les servirían desayuno, almuerzo y cena. Lo manejaba una familia, ellos preparaban las comidas y luego atendían las mesas.

Por lo general a la hora del almuerzo servían Fruits de la Mer : patas de centolla, ostras y todo tipo de mariscos. Willy supuso que los marineros argentinos querrían otro tipo de comida así que hizo prever para él, los técnicos y los belgas los mariscos. Para el resto de los tripulantes arroces, pastas, milanesa o pollo, eso si bien regado por vino francés.

Michel le presentó a la familia en especial a las hijas que eran sumamente bonitas y una de ellas noviaba con el francés, la otra de nombre Briggitte una verdadera belleza bretona. Había en la sala del hotel una fonola que funcionaba a fichas que Michel y Willi la gastaron con temas como el que cantaba Françoise Hardy “Tous les garçons et les filles” y las voces de Serge Gainsbourg & Jane Birkin – “ Je t’aime… moi non plus”.

Con temas tan románticos, cuando todos se iban a dormir, armaban baile y escapadas con las hijas del hotelero aun par de habitaciones previamente preparadas como nido de amor. Igual no podían prolongar mucho las noches de amoríos porque al otro día ellos debían madrugar y las chicas preparar el desayuno.

A los pocos días llegó quien sería el capitán del recién rebautizado” Constanza”, Humberto Alari, belga de unos 40 años con más de 20 años embarcado en pesqueros. El resto de la tripulación también llego unos días más tarde. Se fueron conociendo y resultó ser un grupo humano muy lindo y profesional, Habían llegado dos maquinistas y tres tripulantes más.
Se alojaban todos en el hotel, excepto el ingeniero Shoen que siguió en su alojamiento original de más categoría.

Ya la relación de Willy con Brigitte era voz populi y a todos le parecía muy buena elección la del delegado del armador.
Llego el día de sacar los barcos a dique. fue todo muy bien, empezaron a recorrer los cascos, lijarlos, cambiar ánodos y alinear líneas de eje. Al segundo día el astillero les comunica que había una huelga de pintores navales, así que tenían que ir todos a pintar por que el barco debía ser bajado al agua en dos días.

Al llegar estaba todo muy organizado, tres de los pintores navales colaboraban explicándole a la tripulación lo que había que hacer, pero no pintaban ellos. El trabajo parecía fácil, usaban unos rodillos grandes con los cuales se pintaban los costados del buque sin problemas.

Los palos de los rodillos eran telescópicos o sea que llegaban de la platea del dique hasta la cubierta, Desde la platea se veía grande el pesquero. El pintor naval que les daba indicaciones, les contó que la huelga no era tan solo por un tema salarial, sino que además reclamaban mejoras en algunas condiciones de trabajo.

Este pintor especializado había sido secretario general de pintores navales de Francia hasta el año anterior. Habiendo terminado su mandato simplemente volvió a pintar barcos. Para Willy acostumbrado a la eternización de los dirigentes sindicales argentinos pensó que eso era otro mundo…

En las últimas semanas fueron cruciales para las compras del equipamiento, no solo un ir y venir a los almacenes navales del Puerto, compraban elementos de pesca, cabos de todo tipo, hasta un motor auxiliar, y más de cien mil litros de gasoil.

Afortunadamente las tardes y la dulce compañía de Brigitte alivianaban el trabajo. Willy se convirtió en un especialista de música francesa: Sylvie Vartan con canciones como “L’amour c’est comme une cigarette” y “La plus belle pour aller danser” , o cantando con Johnny Halliday : L’hymne à l’amour / Non je ne regrette rien.

La pobre fonola pedía un descanso nocturno, como la cama del cuarto y rememorando la canción identificatoria de Edith Piaff. Willy: No, no se lamentaba de nada…

En la que sería la última semana, el capitán Alari quiso probar equipos así que zarparon con el “Constanza” unas millas afuera del estuario, en mar abierto y largaron las redes de fondo, las bridas, las patentes, los portones y finalmente cable suficiente para hacer un arrastre corto. La marinería estaba feliz de poder salir a pescar.

Luego se probó la maquinilla de pesca y se viró el equipo levantando una escasa captura pero hubo ¡hurras!! como si se hubiera estallado el copo de pescado. Lo fundamental era probar los equipos y eso fue un éxito, ese anochecer estaban de vuelta en puerto.

El producto de la pesca fue llevado con hielo al hotel para ser preparado debidamente por el excelente cocinero que era un tío de Brigitte.

-En esos días Willy me envió una carta donde me contaba toda esa vida de aventura y la relación con Brigitte aunque era consciente que duraría un par de días más y luego sería un recuerdo, un perfume, una canción que escucharía por años. También me relataba de la navegación que estaban preparando con el “Constanza “a Mar del Plata, estimado en tres semanas con una escala en La Palmas de Gran Canaria.

Ya era fin de noviembre, estaban demorados en más de una semana de lo previsto inicialmente. Llovía bastante y hacia frio. Faltando dos días para la zarpada, llegó en un taxi un señor mayor, muy bien vestido, embarcó con una valija y se presentó.
Resultó ser el padre de uno de los principales socios de Pez Export, su nombre era Gunther Kolsat. Humberto el capitán, le asignó el camarote del Armador que estaba junto al suyo y al del maquinista del barco. A Willy le fue asignado uno doble, compartido con uno de los tripulantes llegados desde Mar del Plata, un tal José Luis Chaves, un muchacho joven que decía haber estudiado en la Escuela Naval y egresado como guardiamarina unos años antes, y que luego se fue de baja por un problema de disciplina.

Estaba en la pesca tratando de llegar a capitán de pesquero aprovechando sus conocimientos náuticos, que los colocaban en un buen nivel en esta carrera. Hasta acá el relato de la carta que me envió Willy previo a la zarpada.

El viaje a Mar del Plata

Voy a utilizar un diario de viaje que empezó a escribir Willy previo a la zarpada: Iniciaba definiendo el barco por su habitabilidad, las características del mismo y la maniobra pesquera que había observado pocos días atrás:

El barco tenía unos camarotes grandes, terminados en madera, que realmente me daban una sensación de confort que no me imaginaba encontrar. Yo había visto pesqueros en Mar del Plata, pero este era muy diferente, había dos baños en ese sector y al final del pasillo una ducha muy buena.

Luego describe la triste despedida de la zarpada el dos de diciembre rumbo a La Rochelle

Para hacer los trámites de inmigraciones en ese puerto del sur, zarpamos el dos de diciembre a la tarde, hacia un frio invernal y nevaba. Todos contentos de zarpar menos yo. En el muelle quedaban Brigitte acompañada por su hermana y Michel. Este último se ofreció a llevarla hasta La Rochelle que queda a cuatro horas de viaje en auto al sur, pera ella no quiso, Prefirió que la despedida fuera donde se habían conocido.

Al zarpar el Capitán además de asignarnos una tarea de limpieza general a cada uno de nosotros ordenó los turnos de guardia de a dos en la timonera del barco: a mi me tocaba con el de ocho de la mañana hasta el mediodía y desde las ocho de la noche hasta medianoche.

Me gustaba el horario porque haría la navegación nocturna, cosa que nunca había hecho. Como el crepúsculo vespertino era muy temprano, yo ya estaba en el puente para practicar navegación astronómica con el sextante para el cálculo de posición por las estrellas. Tampoco me perdía el cálculo de la meridiana al mediodía.

MI primer guardia fue a las pocas horas de zarpar, el capitán bajó a cenar a las veinitiuna con el resto de los tripulantes y me quedé solo en la oscuridad viendo algunas luces de buques que pasaban lejos. Cuando me tocó la posibilidad de bajar a cenar por haber sido relevado, me encontré con la sorpresa que el señor. Kolsat cenaba conmigo.

Me dijo que el normalmente cenaba después de las diez de la noche. Kolsat era una persona muy interesante hablaba muy buen ingles así que nos entendíamos muy bien. Me contó que trabajó toda su vida en el negocio inmobiliario, no solamente en Alemania, sino también en Inglaterra. Durante la segunda guerra mundial había vivido en Noruega cuando la ocuparon los alemanes.

El cocinero del barco de nombre Marcelo, trabajaba en la pesca y había sido especialmente seleccionado por la empresa armadora para atender bien a este pasajero tan especial.

Tomamos un vino blanco alemán “riesling” buenísimo. Yo quedé encantado porque pensé en que iba a disfrutar de la compañía de este comensal de lujo por varias semanas.

En la mañana siguiente, el capitán me dice que el radar no está funcionando bien, que yo suba a la torre donde está la antena radar a ver si por error habían pintado una placa refractaria que esta opuesta a la pantalla que gira. Una vez arriba veo que efectivamente la plaqueta había sido pintada con la misma pintura blanca de toda la torre.

La limpié despacio raspando con una lija chica y quedo’ bien. Cuando me disponía a bajar giro mirando hacia la proa del barco y veo a lo lejos una línea amarillenta color arena.

Grito: ¡¡Humberto!! cuando sale de la timonera le digo, a proa hay playa!! Alari subió volando hasta mi altura y empezó a gritar como loco en belga algo que sonaba como oh fedorman!!, no paraba de gritar, bajo a la timonera y corrigió el rumbo.

Nos habíamos estado metiendo en el Golfo de Vizcaya, que es enorme, por varias horas. Ahora apuntábamos al Cabo de Finisterre desde el este. Allí perdimos por lo menos medio día de navegación, Todo un tema de conversación abordo…error de cálculo….

En la noche de ese mismo día, deberíamos estar cerca del Cabo Finisterre, no muy lejos de la costa, estaba yo en la timonera y el capitán había bajado a cenar. Veo que había muchos pesqueros chicos de los que en realidad solo se veían las luces, por lo me pareció que era mejor pasarlos por afuera desviando un poco el rumbo hacia el Norte, en ese momento íbamos prácticamente hacia el Oeste.

Para esta maniobra desconecto el piloto automático, que mantenía un rumbo establecido. Empecé suavemente a girar el timón de madera muy grande hacia la derecha, pero no pasó nada, le di un poco más y tampoco, estaba por llamar a Humberto cuando el pesquero se escoró fuerte y empezó a caer a estribor, yo trataba de volverlo al rumbo pero no pasaba nada, en ese momento apareció el capitán y le dio varias vueltas al timón con mucha fuerza y el barco volvió al rumbo y se enderezó.

Me pegué un buen susto, por novato desconocía el funcionamiento del timón, el tema era que el sistema hidráulico es diferente a lo que yo pensaba, Además el barco tenía un timón tobera que envuelve la hélice, tal vez sea más sensible.

A los 5 días llegamos a Las Palmas de Gran Canaria, fondeamos en la rada interior del puerto donde había buques de todo tipo, fondeados y en los muelles estaban amarrados en segunda y tercera andana. Bajamos a tierra con una lancha taxi que llamamos por radio.

La ciudad era enorme, nada que ver con lo que habíamos pensado, yo imaginaba un lugar tipo Caribe, pero era realmente muy importante con avenidas y calles con mucho tráfico.

Como no habían llegado los fondos que precisábamos para el combustible y la comida, y era viernes, teníamos asegurados dos días para hacer un poco de turismo.

Con Gunther y dos tripulantes más, alquilamos un auto para dar la vuelta a Las Gran Canaria saliendo desde la Playa de Maspalomas. Fue un paseo muy lindo. la Isla es bien volcánica, solo hay vegetación cerca de las casas y barrios, lo demás es tierra marrón y rocas. Las playas y la temperatura del mar eran perfectas, por eso estaba llena de europeos del Norte, alemanes y escandinavos.

El primer día hábil llegó el dinero y zarpamos el día martes con rumbo a las costas brasileras. Los siguientes días fueron muy interesante para mi ya que colaboraba con nuestro posicionamiento en la ruta. Las navegaciones con las estrellas se hacían todas las noches entre Humberto y José Luis. Los días nublados no se podía hacer nada y por lo tanto navegábamos por estima sobre las cartas náuticas.

Yo seguía disfrutando mis cenas con Gunther y a veces se sumaba a las charlas el cocinero Marcelo, que conocía a casi todos los armadores de Mar del Plata. Fue en esos días que nos cruzamos con cardúmenes de peces voladores que en su planeo por sobre las olas a veces chocaban la borda del barco y se juntaban en cubierta. Marcelo logró un excelente plato con los desventurados peces con una fritura en aceite, quedaban exquisitos.

Cuando estábamos por cruzar el Ecuador Humberto me pide que cambiemos la carta náutica por la siguiente. Fui a buscarla con algunas dudas, y efectivamente no la teníamos. Yo le informo y le muestro la lista de cosas que me había mandado a comprar.

Me preocupe mucho, yo decía y ¿ahora que hacemos? Humberto me dice no hay problema usamos esta misma. Dio vuelta la que teníamos y siguió anotando la navegación como si nada.

En los siguientes días nuestro barco “navegaba” por una carta en blanco donde dibujamos los meridianos y los paralelos era de lo más raro, pero nos sentíamos seguros, estábamos en mano expertas.

El cruce del Ecuador se festejó sin bautismo, lo cual agradecí porque me hubiera tocado a mi ser bautizado según la tradición marinera, y alguna salvajada me hubieran hecho. Espero Neptuno nos perdone no haber cumplido con la tradición del cruce.

Llegó la Navidad, se armó en la cubierta una mesa grande y comimos todos juntos, en la timonera estaba el Auto Pilot cuidándonos. Por la radio escuchábamos música desde Brasil, samba y Bossa Nova, luego los festejos de la Noche buena, Empecé a extrañar a mi familia y en especial a Adriana mi novia marplatense.

Al día siguiente como estaba el mar muy calmo Humberto aprovechó para esperar al pesquero “Sumatra” que había zarpado de Lorient tres días posteriores a nosotros y no había podido hacer suficiente combustible en Canarias

Luego de improvisar una cantidad de “defensas” con colchones viejos nos arrimamos y le pasamos combustible suficiente para llegar hasta Mar del Plata. El encuentro en medio del mar fue muy divertido y nos cruzamos regalos y bromas. La camaradería hacía que festejáramos como sinos conociéramos de toda una vida.

Al acercarnos al Golfo de Santa Catarina el tiempo cambió, teníamos viento y mar de popa lo que hacía que barrenábamos unas olas grandes. Terminada mi guardia cuando ya estaba por acostarme, se cortó la luz, esto provocó que se desconectara el piloto automático y nuevamente el barco se atravesó totalmente escorándose fuertemente.

La explicación fue que al barrenar, el motor bajaba de revoluciones y generaba menos energía. Como íbamos a buena velocidad también por las barrenadas el susto fue generalizado. Nuevamente el capitán lo enderezó con esfuerzo, pero tuvo que bajar la velocidad, esta vez fue más complicado.

A los pocos días, teníamos las olas de través, igualmente grandes y con un poco de mal tiempo, mucho viento desde el este, El pesquero rolaba mucho a la noche, desde mi cama por el ojo de buey yo veía la espuma del mar al chocar contra el barco y poco después el cielo y las estrellas. Entonces me di cuenta para que usan las tablas que se agregan a las cuchetas, se hicieron totalmente necesarias para no caer desde la cama. En la mesa del comedor pusimos los violines que eran unas maderas que evitaban que volaran los platos y las copas.

En el turno de la mañana en la timonera seguíamos con la misma situación, el mar estaba movido. El capitán me pide que vaya ver al maquinista y le indique que llene los tanques de lastre de agua de mar, para estabilizar el barco. El maquinista Daniel Fernández me dice que no lo va a hacer porque no quería meter agua salada que luego tendría que limpiar.

Yo subo a la timonera y le digo: dice el jefe de máquinas que no, que no quiere lastrar con agua salada. El belga pegó un grito re caliente, otra vez en su idioma, y bajó rápido a la sala de máquinas. Desde arriba se escuchaban los gritos. El barco una vez lastrado cambio de actitud, estaba mucho más estable.

Ya a la atura de La Paloma en la costa uruguaya, el capitán navegaba por las isobatas con la eco sonda solamente, cosa que era muy novedosa para mí, pero seguramente al haberse pasado tantos años por estas aguas tenía muy clara su posición.

Corrigió por última vez el Piloto automático y me dijo en serio y en broma, ¡este rumbo no se toca más!, vamos directo al puerto de Mar del Plata.

Me costaba creerlo, pero fue así, al otro día a la altura de Mar Chiquita nos dimos cuenta que de mantener el rumbo le “pegábamos” al Cristo de la escollera Sur. era el treinta de diciembre, justo para pasar año nuevo con la familia, un día de sol de verano!! Cuando nos acercábamos a cabo Corrientes desde el puente del barco veo una lancha que a todo motor se acercaba a nosotros, era Adriana con su padre y alguno de sus hermanos con la lancha que usaban para hacer esquí, yo corrí a proa a saludarlos y me hubiera gustado trasbordar, pero viniendo del exterior era cosa prohibida.

Así que me conformé en que nos acompañaran navegando a nuestro lado, toda la tripulación saludaba alegremente, era un sábado al mediodía, lindo dia de verano y las familias esperaban en la escollera norte donde hacían sonar las bocinas de los autos. El capitán contestó con unas fuertes pitadas desde el barco.

…Habíamos llegado …la travesía una experiencia hermosa e inolvidable y el recibimiento fue un final para una historia que parece un cuento

̶ Hasta aquí el diario de navegación que Willy escribió.

El día de la llegada nos juntamos en la escollera norte del puerto de Mar del Plata a recibirlo los amigos que pudimos. Yo viajé desde Ushuaia aprovechando el avión Electra de transporte aeronavales que tocaba Mar del Plata, Héctor lo hizo desde Buenos Aires y Fernando de Puerto Belgrano. Muy emocionante la recepción y ahora era él quien tenía una historia para contarnos.

Willy se reencontró con sus seres queridos y decidió quedarse trabajando en la actividad pesquera. Un año después Michel Iriart el agente marítimo de Lorient viajó a Argentina a conocer a la familia de su padre que habían quedado viviendo en Buenos Aires, conoció una porteña y se casó, cambió de profesión por la de piloto de avión, para no dejar más estas tierras.

Y se preguntarán ¿que fue del Constanza?: Les cuento: en la primavera de mil novecientos ochenta, yo ya había dejado la Armada y era tripulante de un buque de investigaciones. Acudimos a un llamado de ayuda desde el Constanza emitido por su capitán, el cual informaba que estaban intoxicados y ya habían muerto el contramaestre y un marinero, que él se sentía muy mal igual que el segundo patrón sin saber por qué.

Los investigadores descubrieron que se habían intoxicados por ingerir vieiras. La muerte de varios tripulantes fue el primer informe de la existencia de marea roja y al banco de estos moluscos situado al este de Península de Valdes donde habían capturados las vieiras se lo bautizó tristemente como el “banco Constanza”.

Durante la guerra de Malvinas el “Constanza” fue incorporado al control de la marina de guerra La participación de los pesqueros se organizó en varios grupos en el Atlántico sur, uno de estos grupos estaba conformado por el “Narwal”, el “Constanza”, el “Invierno”, y el “María Alejandra”. Este último y el Constanza en el mes de mayo acudieron en ayuda del Aviso de la Armada, ARA “Alférez Sobral” quien fuera atacado por helicópteros navales británicos. El “Constanza” con pésimas condiciones de mar, tuvo problemas de máquinas y debió regresar al continente, no pudiendo actuar.

Hace pocos años fue desguazado en el Puerto de Mar del Plata, un triste final para un barco.

(DANIEL MOLINA CARRANZA)

#NUESTROMAR

Compartir nota en redes...

Subscribe
Notify of
guest
0 Comments
Inline Feedbacks
View all comments
Scroll al inicio