Consuma el dominio en todos los países, un total de 27, donde opera la flota de capital gallego | Las costas de Gambia, Benín, Congo, Liberia, Somalia y Somalilandia, únicas libres de capital asiático | El sector: “Son amos”
El Varalonga, construido en las gradas de Astilleros Luzuriaga en 1988, fue un buque congelador especializado en la pesca de pulpo. Lo hacía bajo bandera española y, en sus últimas mareas, bajo el paraguas del acuerdo cuatrienal suscrito en 2008 entre la Comisión Europea y la República Islámica de Mauritania. Un protocolo rentable para ambas partes, con 31 licencias activas para cefalópodos –casi todas para embarcaciones gallegas– que convertían al de Marín en el puerto de referencia para esta especie en toda la península. Mientras aquel pacto estaba en vigor para los barcos de pulpo, en 2010, el Gobierno de Mohamed Uld Abdelaziz firmó un tratado con la china Poly Hongdong Fishery.
El holding asiático prometió una inversión de 300 millones de dólares para la construcción de una base logística y de procesado de pescado, tanto de demersales como de cefalópodos. De repente, Mauritania informó que la pesquería de pulpo estaba sobreexplotada, expulsó a 21 buques gallegos del caladero y Poly Hondgong siguió faenando sin impedimentos y vendiendo pulpos a Europa desde su propio puerto. Mohamed Uld Abdelaziz sería detenido y encarcelado por corrupción y aquel Varalonga, de 44 metros de eslora y comandado por un patrón de O Morrazo, fue a desguace seis meses después de haber tenido que abandonar el país islámico.
En Mauritania son tres las infraestructuras portuarias construidas, financiadas o proyectadas por capital chino, de acuerdo a los informes facilitados por la National Bureau of Asian Research (NBR) y el Center for Strategic and International Studies (CSIS). Además de la ampliación de la dársena de Nuakchot y la de minerales de Nuadibú, está la ejecutada por Fuzhou Hong Dong (Poly Hongdong) en esta última ciudad. Un inmenso terraplén con muelle privado que sirve de base para cerca de 170 barcos chinos. “Es solo suyo, para ellos solos”, constata el directivo de una pesquera de Vigo, que opera también desde este país.
Mauritania es, tras Marruecos, el principal proveedor de pulpo de la industria gallega; en el último año, y tras copiosas inversiones por parte de pesqueras como Iberconsa o Pescapuerta, la importación de cefalópodos ha crecido más del doble, hasta los 74 millones de euros entre enero y octubre. Los en torno a 2.500 empleados que operan en esta especie de zona franca privada “prácticamente no salen de allí. Generan para su empresa y nada más.
Los chinos están por todas partes, son los amos”. En efecto, el mauritano es un ejemplo mínimo: la logística pesquera en África ya está en manos de capital chino en todos los países donde opera la flota de capital gallego, como ha analizado este periódico. Son propietarios, gestores o financiadores de 58 puertos a lo largo de 27 países; Gambia, Liberia, República del Congo, Benín, Somalia y Somalilandia son los únicos territorios libres, de momento, de esta expansión desbocada impulsada directamente por Pekín.
“El éxito indiscutible de China en la obtención de contratos para construir, financiar u operar los puertos marítimos de África amplifica su influencia económica y político-militar en el continente”, analiza el investigador Rahul Karan. De hecho, buena parte de los puertos son propiedad de empresas públicas o paraestatales. Como China Merchants Group Limited, controlada por el ministerio de Transportes de Xi Jinping, titular de gestión del de Abidjan (Costa de Marfil), nuclear para la flota atunera española.
Fue construido por China Harbour Engineering Company, filial de China Communications Construction que, a su vez, es ahora propietaria de la mayoría del accionariado de la gallega Grupo Puentes. En Mindelo, base de operaciones para buques de palangre de A Guarda y emplazamiento de una factoría de la viguesa Atunlo, por ejemplo, está el proyecto financiado por el todopoderoso Ministerio de Comercio de la República Popular China (Mofcom), que ha sufragado también el de Alto Bandim (en Cabo Verde, propiedad de Fujian Shihai Corporation) o el artificial Port de l’Amité de Nuakchot.
Eso sí, el poderío de Pekín se exhibe directamente a través del Export-Import Bank (Eximbank), responsable de haber puesto el dinero en más de una quincena de proyectos de este tipo.
La hegemonía de China no solo es limitante para la actividad pesquera de capital gallego, en un continente además que fue prácticamente descubierto a la pesca de gran altura por la flota congeladora de Vigo y las sociedades mixtas armadas después de la denominada Constitución de los Océanos. Supone también un problema geoestratégico para Occidente, como interpreta el Isaac Kardon, profesor en la China Maritime Studies Institute y autor del informe especial de la National Bureau of Asian Research, divulgado en mayo del año pasado.
“Incluso si Guinea Ecuatorial finalmente no llega a un acuerdo para albergar una base militar china [en la ciudad de Bata, donde ya gestiona un puerto pesquero y de mercancías], otros países africanos sí podrían hacerlo en un futuro. La estrategia de China de dar un paso consecuente hacia la competencia estratégica directa con los Estados Unidos en África es ahora evidente con la red de puertos construidos, financiados, de propiedad y operados por empresas chinas”, zanja Kardon. (FARO DE VIGO) #NUESTROMAR
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