El empresario conservero se ha convertido en el defensor oficial de la pesca en la ciudad. Escribió un libro e hizo un documental para dar testimonio del valor que representa, y que, según su mirada, pocos advierten.
El empresario conservero se ha convertido en el defensor oficial de la pesca en la ciudad. Escribió un libro e hizo un documental para dar testimonio del valor que representa, y que, según su mirada, pocos advierten.
Miembro del directorio de Natusur e Indupesa, dos empresas importantes de la industria conservera y del salado de anchoita del puerto marplatense, como responsable del departamento de Recursos Humanos, Roberto Pennisi es un rara avis dentro de la industria pesquera local.
Invirtió 150 mil dólares para contar en un libro que publicó Editorial Atlántida en una edición de lujo los personajes emblemáticos que hicieron de la pesca uno de los pilares de la economía local. Como quedó gente querida afuera, elaboró un documental en forma de 10 capítulos que repasa el pasado y presente de la actividad, con sus criaturas más significativas y un viaje al origen de todo: el sur de Italia.
Y lo que cuesta entender en este ambiente plagado de miserables y tramposos: Pennisi lo hizo sin que nadie se lo pida. De pura convicción. Porque siente pasión y admiración por sus antepasados, los paisanos como su padre, que llegaron de Italia con hambre y sueños, que convirtieron en realidad a fuerza de sacrificio y trabajo, y que hoy tiene forma de un emprendimiento líder en su rubro, con más de 300 obreros, todos efectivizados bajo relación de dependencia y récord de ventas el año pasado, cuando comercializaron 12 millones de latas, en las que guardaron más de 5 mil toneladas de materia prima procesada.
La entrevista tiene lugar en su casa del barrio Los Troncos. Es enorme, pero vive solo y no tiene televisor. Un auto importado duerme en el garaje. “Mis amigos me dicen que me mude a un departamento, pero esta casa tiene una bañera que me encanta. Paso mucho tiempo meditando”, confiesa antes de irse a cambiar la ropa cuando se da cuenta que habrá sesión de fotos. Al rato baja las escaleras con una camisola blanca, al estilo mediterráneo del living.
Pennisi no comparte la línea editorial de este medio porque hace foco para mostrar aspectos negativos de la industria, como la trampa de los permisos de pesca inadecuados o la explotación a los trabajadores, dos hechos que distinguen a la pesca marplatense de las del resto del país. Pero no por eso deja de respetarnos.
Argumenta que “gracias a los grandes empresarios de la pesca local se mantiene el nivel de empleo, que si las firmas hubiesen cambiado a manos extranjeras pasaría como en la patagonia, que el 57 por ciento del producto bruto que genera la ciudad proviene de la actividad pesquera, que son un símbolo del liderazgo que necesita el país para salir adelante”.
Y se preocupa porque nadie cuida a los empresarios de la pesca y aclara que no quiere que el gobierno les dé nada, pero que tampoco les saque. “El empresariado del puerto está grande y cansado de luchar contra la corriente, de la negativa, de los ataques continuos que provocan una pérdida de rentabilidad. Saben que la partida la terminarán perdiendo y cuando llegue ese día, veremos que pasa”, dice Pennisi, al tiempo que reconoce que Mar del Plata, como ciudad, “no se merece la industria pesquera que tiene”, asevera y afirma que “el Rey de España conoce a la ciudad por la pesca, por la calidad de alimentos que producimos, no al Intendente, que no quiere arreglarnos las calles”.
Pennisi quiere dejar testimonio de lo que piensa, para que cuando todo estalle, valoren sus presagios. “Si acá se fundieron empresas que parecían intocables, por qué no se fundirán estas. La envidia hace que no valoremos el aporte que hacen a la ciudad. Acá hay líderes: capitanes, estibadores, transportistas, fileteros, hay algo que en el resto de la ciudad no lo encontrás, es un grupo de gente profesional.
El empresario cree que “cuida” al sector a su manera, con el libro y los documentales, pero aclara que no es amigo de ninguno de los empresarios importantes. Valoro lo que está haciendo Valastro (Adrián) con Aldosivi, para colocarlo en Primera División. ¿Sabes si sube?, ahí sí hablaríamos de una ciudad de 12 meses. Pero muchos le dan la espalda, muchos están bajo sospecha porque hicieron dinero.”
REVISTA PUERTO: –Pero porque es un dinero espurio, mal ganado, a partir de permisos de pesca ilegales. Eso fue lo que les permitió transformarse y crecer hasta convertirse en lo que son en la actualidad y soñar con ver a su equipo en Primera.
PENNISI: –Simón Bolívar tenía un dicho: los grandes éxitos tienen defectos a su medida…
RP: –Estás avalando la trampa y la corrupción.
P: –El defecto de ustedes es que no le perdonan a Solimeno, a Moscuzza o a Valastro, que hayan cometido fallas.
RP: –No son fallas, es un robo a todos los argentinos…
P: –No sé, no estoy al tanto… Pero criticar como hacen ustedes no aporta soluciones; sólo sacan una foto del peor perfil, pero los respeto porque se ve que hay trabajo, no hay sanata, me gusta que la gente trabaje, que sea bueno en lo que hace. Y nuestros empresarios lo son. Tengo admiración por ellos en general, no me gusta el estilo que tienen, pero me preocupa mucho el futuro de la pesca si ellos desaparecen.
Tómelo o déjelo
El empresario se muestra preocupado por cómo se ha degradado la sociedad y pone ejemplos variados para hacerlo tangible. “Pasamos de tener gente que sabía hacer las cosas, trabajar a conciencia, a que ahora todos dependen del presidente de turno para que cambie las cosas”.
Para la situación puntual de la pesca, independientemente de la crisis, existe un problema sin resolver. “Hay una desarticulación entre lo público y lo privado, que se traduce en la falta de empleo, en no ser competitivos. En menos de un mes tuvimos cuatro feriados: uno por la condena del golpe militar, otro por la toma de Malvinas, por los militares, ahora Semana Santa. Somos muy adolescentes, y los resultados son una consecuencia”.
Pennisi no tolera la hipocresía con la que se maneja el problema de la inclusión de los jóvenes. “Acá hay algunos que quieren hacer cárceles para mandar a los chicos delincuentes, cuando hay que darles oportunidades de trabajo. Pero hay que ser sinceros y permitir que si uno quiere incorporar jóvenes de 16 años y enseñarles un trabajo, nadie te va a denunciar por negrero, como me pasó a mí”.
Hace cuatro años Indupesa tomó a un grupo de 20 adolescentes para capacitarlos en el fileteado de anchoita, todos en blanco. A los pocos días, el Delegado del Puerto recibió una denuncia por explotación infantil.
“Nunca más intenté repetir la experiencia; ahora está la posibilidad de generar oportunidades para los mayores de 18 años. Pero estoy seguro de que muchos padres que trabajan en la empresa estarían encantados de que sus hijos de 15, 16 años comenzaran a trabajar. Hoy los dejan en sus casas y están a merced de la droga, de la delincuencia. Los amigos se les ríen a esos chicos porque el padre se levanta todos los días y agarra la bici para ir a trabajar. Y los hijos deben sentir orgullo de lo que hace el padre, y para eso tienen que conocer temprano lo bueno que representa trabajar. A la pobreza podemos transformarla en oportunidades. El trabajo tiene que volver a ser un valor distinguido y eso se aprende de chico. En este país somos famosos por el semillero futbolístico que nutre a distintos equipos del mundo. Esos chicos no aprendieron a jugar después que terminaron el secundario; aprendieron de pibes. Lo mismo tiene que pasar con el trabajo”.
Para el empresario no hace falta inventar nada, sólo ser sinceros y adecuar las leyes para que los chicos puedan trabajar. “Sería impresionante el dinero que se ahorraría en cárceles, en seguridad, en institutos de menores, en programas de prevención. Si cada empresa estuviese liberada para generar esta modalidad habría más oportunidades. Los incluidos de hoy serán los líderes del mañana. Pero nadie les enseña y los chicos no aprenden. La formación de la escuela es muy pobre. Acá ser progre es que los chicos no laburen. Nadie tiene el coraje para decidir que esto no sea así. Hay un doble discurso. Después los pibes salen a matar o morir y todos se escandalizan”.
10/04/09
REVISTA PUERTO