Especies destructivas en aguas de lastre de buques de carga amenazan a los Grandes Lagos (EEUU)

(FNM) Durante miles de años, los Grandes Lagos estuvieron protegidos por las Cataratas del Niágara en el este y una divisoria subcontinental en el oeste, pero estas barreras de nuestro más grande sistema de agua dulce fueron borradas durante el siglo pasado para que pudiera ingresar cargueros oceánicos y egresar las aguas residuales de Chicago.

(FNM) Durante miles de años, los Grandes Lagos estuvieron protegidos por las Cataratas del Niágara en el este y una divisoria subcontinental en el oeste, pero estas barreras de nuestro más grande sistema de agua dulce fueron borradas durante el siglo pasado para que pudiera ingresar cargueros oceánicos y egresar las aguas residuales de Chicago.

Desde entonces, especies no deseadas lo han estado invadiendo con regularidad de relojería.

Se trata de un problema que no tiene el horror visual del derrame de petróleo del Golfo, pero es ambientalmente más catastrófico pues desencadena una contaminación que no se descompone ni dispersa,  se reproduce.

Algunas poblaciones de peces nativos han colapsado, playas de agua dulce se han visto sofocadas bajo montones de algas en descomposición, se han desatado brotes de botulismo que matan aves, y los problemas de las especies invasoras de los lagos se han extendido aguas abajo a través de los canales de Chicago, hacia la gran cuenca del Mississippi y a través de todo el continente.

  

Los políticos han prestado poca atención a este asunto.

Hasta ahora.

Y en momentos en que los lagos se han convertido en un guiso biológico engrosado por un estimado de 185 especies foráneas, los funcionarios electos de ambos partidos en todos los ocho estados de los Grandes Lagos exigen que las agencias federales asuman la decisión de detener el número 186.

Ellos han recurrido a los tribunales y al Congreso para obligar al Cuerpo de Ingenieros del Ejército a impedir que la carpa asiática colonice el lago Michigan, cerrando de un portazo la puerta de atrás de los Grandes Lagos abierta por los constructores del canal de Chicago hace más de un siglo.

Pero ¿qué hay sobre la puerta principal?

Todavía las cosas siguen como de costumbre en el Canal de San Lorenzo.

Los biólogos dicen que la vía acuática artificial entre los Grandes Lagos y el Océano Atlántico ya ha causado más daños que los que la carpa podría llegar a ocasionar jamás.
 
Y se preocupan por lo que puede venir a futuro, mientras el drama del cierre de la puerta trasera se ventila en un tribunal federal de Chicago,  y la administración Obama promociona su nuevo “zar de la carpa asiática”.

El alcalde de Chicago Richard Daley no es fanático del sistema de los zares, pero dice que si el presidente Barack Obama se sintió obligado a nombrar a uno, debería haberlo designado para hacer frente a la cuestión de la salida marítima.

Daley construyó su carrera manteniendo la mirada sobre el cuadro general, y cuando observa el transporte de ultramar en los Grandes Lagos, advierte una industria cada vez más pequeña que se cobra un costo cada vez mayor sobre el principal recurso natural de la región.

"¿Cómo podemos permitir que las especies invasoras lleguen a través del Canal de San Lorenzo sin que nadie diga nada?" se pregunta.

Él quiere cerrar la vía marítima a los buques de ultramar, y clausurar este derrame de la contaminación. Ahora

"No hacen falta estudios para resolver esto".

Las carpas que golpean a la puerta trasera han acaparado la atención del público, porque pueden crecer hasta alcanzar el tamaño de un lobo de 100 libras.

  

Nadan en cardúmenes tan espesos que agitan el agua.

Llevan a la inanición a las especies nativas, consumiendo hasta un 20 por ciento de su peso en plancton cada día.

Saltan del agua como delfines y han golpeado botes al punto de tener que trasladar a sus tripulantes a salas de emergencia.

Pero la amenaza que supone la carpa asiática para los lagos no se compara, en opinión de Gary Fahnenstiel, un ecologista de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, con la destrucción que ya ha provocado un pequeño invasor por vía marítima, el mejillón quagga.

http://www.nps.gov/lame/naturescience/images/Quagga_Boat_(7).jpg

Fahnenstiel puede entender por qué las carpas se han convertido en la “especie poster” de las invasiones de los Grandes Lagos.

La gente tiende a temer ante las grandes cosas de la naturaleza. Se preocupan por la posibilidad de ser desgarrados por un tiburón o triturados por un oso pardo.

Pero a lo que deberían temer es a pequeñas criaturas de la naturaleza, como las bacterias. Ellas hacen los grandes estragos.

Lo mismo puede pasar con los invasores del lago.

Fahnenstiel apunta al “quagga”, del tamaño de la uña de un dedo.

Sólo en los últimos cinco años, este molusco ha absorbido literalmente una gran parte de la vida en el lago Michigan, convirtiéndolo en un fantasma de sí mismo, en términos del plancton que sustenta la vida de los peces.

La costa está bordeada de playas arenosas, pero si el lago se drenara, explica Fahnenstiel, en la actualidad casi se podrían caminar las 80 millas que separan a Milwaukee y Muskegon, en Michigan, sobre una cama de mejillones quagga.

"Es como una alfombra, que tiene un promedio de 5.000 individuos por metro cuadrado a todo lo largo del camino", ilustra.

En el cercano lago Hurón, el salmón chinook, una especie apreciada por los deportistas, está ahora casi desaparecido. Los propios chinook son una especie foránea que se introdujo inicialmente para eliminar a la pinchagua, una especie invasora de la familia de los arenques. Los administradores pesqueros responsabilizan de la desaparición del salmón al mejillón quaggas y a los buques de ultramar que lo introdujeron.

El biólogo David Jude, de la Universidad de Michigan, sostiene que el daño producido por el mejillón quagga va más allá, convirtiendo las áreas de los lagos Michigan y Hurón en lo que algunos han dado e llamar un "desierto de plancton".

Hace notar que el Quaggas también está implicado en la aparición de brotes de botulismo que matan a las aves, en floraciones crónica de algas verde-azules – tóxicas para los seres humanos – y de la "zona muerta" del Lago Erie, donde las aguas están tan agotadas en oxígeno que no pueden sostener a ninguna especie de peces.

Los mejillones también proporcionan sustento a otro invasor que llegó por vía marítima, el gobio redondo, que también se alimenta de los huevos de especies nativas tales como la perca de boca chica. El gobio ha prosperado tanto en número, que el Servicio Geológico de EEUU describe las áreas de los lagos donde abundan, como "infestadas".

"¿Qué otros ejemplos necesitamos para advertir lo devastador que una especie exótica puede ser?" se pregunta Jude. "Tenemos que abordar el tema del control de todos los buques que traen agua de lastre de puertos extranjeros y las vuelcan en los Grandes Lagos, y detener este juego mortal de la ruleta ecológica".

El cierre de la puerta trasera de los Grandes Lagos podría significar grandes cambios para las barcazas que surcan los canales y compuertas de Chicago que conectan el lago Michigan hasta el Mississippi.

A los políticos que están fuera de Illinois no les importa.

Los conservacionistas llaman a éste, un momento notable.

"La navegación ya no es una vaca sagrada", afirma Jennifer Nalbone del grupo de conservación Grandes Lagos Unidos. "Y eso es algo fascinante de ver."

Pero existen conversaciones serias acerca de la erección de una barrera física en el sistema de canales, en algún lugar cercano al centro de Chicago,  para que productos a granel como carbón, sal, químicos y cemento ya no fluyan libremente entre el lago Michigan y el Mississippi.

Este proyecto para separar las dos cuencas todavía permitiría a las barcazas transitar todo el camino desde el Golfo de México hasta el corazón del área metropolitana de Chicago.

Si las barreras se asociaran con centros concentradores intermodales para la transferencia de cargas de manera eficiente a los trenes regionales y camiones, podrían resultar en una gran ayuda para la industria barcacera.

Pero la reconstrucción de la divisoria natural demandará una monumental obra de ingeniería, ya que será necesario redireccionar todo el sistema de drenajes de Chicago de modo que su río homónimo, vuelva a fluir hacia el Lago Michigan, en lugar de hacerlo hacia la cuenca del Mississippi y desde allí hasta el Golfo de México.

El concepto cuenta con el apoyo de Daley, pero tomará varios años de planeamiento y construcción. Esto no es lo suficientemente rápido para los políticos, acuciados por detener el avance de la carpa asiática.

Como medida de emergencia quieren que un juez federal cierre dos esclusas de navegación – una sobre el río Chicago y otra en el río Little Calumet.

Se trata de un requerimiento audaz, y que tiene a una gran cantidad de habitantes de Chicago preguntándose si vale la pena el sacrificio, especialmente si éste solo resuelve la mitad del problema.

"Si alguien quiere proteger el lago, creo que tiene que cerrar todas las puertas", dice Richard Lanyon, el hombre que está a cargo del sistema de canales de Chicago. "¿Alguien va a cerrar el Canal de San Lorenzo? Lo dudo".

La insinuación es que el tráfico de ultramar en la vía marítima es demasiado importante.

La realidad es que la cantidad de carga transportada por buques de ultramar a través de la vía de acceso marítima no es mucho mayor de la que se mueve a través de una de las esclusas de Chicago que son candidatas al cierre.

Y el volumen de carga transportada por buques de ultramar en la vía de acceso marítima – mayormente acero de entrada y granos de salida – ha estado en declive desde hace años, cayendo el año pasado a poco más de 5 millones de toneladas.

¿Cuán importante es ese volumen?

Menos de lo que podría ser transportado en un año mediante un solo tren diario de entrada y de salida.

Daley quiere poner el tren en las vías.

"Descargar en Nueva Escocia y enviar los productos por tren", dice el alcalde. "Eso va a proteger a los Grandes Lagos para siempre. Esto evitará que los gobiernos locales y estatales tengan que gastar cientos de millones de dólares".

Las descargas de lastre son responsabilizadas por la mayoría de las invasiones desde la apertura de la vía marítima, incluidos los mejillones cebra, mejillones quagga, gobios redondos, pulgas de agua, y la más reciente, la gamba roja.

Los buques toman agua de lastre en alta mar para mantener la estabilidad, y luego el agua – y cualquier cosa con vida que se esconde en ella – puede ser volcada al llegar a puerto para efectuar una operación de carga.

Según el profesor Anthony Ricciardi, experto en especies invasoras de los Grandes Lagos de la Universidad McGill, hacia el año 2006 se descubría una nueva especie en los lagos, cada 28 semanas, en promedio.

Desde entonces, los EE.UU. y Canadá han comenzado a exigir a todos los buques de ultramar con destino a los Grandes Lagos que laven sus tanques de lastre con agua salada en el medio del océano, en un intento por eliminar o expulsar a las especies no deseadas.

Los operadores de la vía marítima afirman que la regla de limpiar los tanques con agua salada ha reducido el riesgo de nuevas invasiones a través del lastre "a niveles extremadamente bajos".

Sin embargo, Ricciardi dice que sería "prematuro y temerario" pensar que el problema de lastre se ha resuelto. Y aunque considera que la nueva norma es "muy prometedora", asegura que pasarán varios años antes de que su efectividad pueda ser evaluada.

Incluso si el enjuague con agua salada lograra matar o expulsar a más del 90% de los moradores del tanque de lastre de un buque, no los elimina del todo – y sólo hacen falta un par de sobrevivientes para desatar una invasión.

"No se puede tratar a las especies invasoras del mismo modo que a otros contaminantes del agua, que se llevan a un nivel aceptablemente bajo para su posterior dilución", explica el biólogo de Michigan Johnson.

Como prueba de que las nuevas normas están funcionando, los operadores de la vía marítima puntualizan el hecho de que la última especie invasora descubierta en los Grandes Lagos data del año 2006.

El último lapso igualmente largo entre descubrimientos de especie fue el que transcurrió entre 1968 y 1972.

"Esta observación no es definitiva, pero indica una tendencia en la dirección correcta", dice David Reid, un experto retirado en aguas de lastre de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, que se desempeña como asesor científico de la Corporación para el Desarrollo del Canal de San Lorenzo.

No obstante, para Reuben Keller, experto en impacto económico y ecológico de las especies invasoras, de la Universidad de Chicago, pueden transcurrir años – incluso décadas – entre la llegada de una especie y el momento en que su población se vuelve lo suficientemente grande como para ser detectada.

Por su parte, el biólogo David Lodge de la Universidad de Notre Dame, sostiene: "Si no se buscan, no se encuentran. El problema es que no tenemos un programa de vigilancia estandarizado, por lo que no tenemos mucha confianza en la observación – o por tanto en la ausencia de nuevas especies. Realmente no se puede hacer ninguna afirmación todavía, acerca de la eficacia del intercambio del agua de lastre".

Hay presiones en muchos frentes para cerrar la puerta completamente.

Los ecologistas demandaron con éxito a la Agencia de Protección Ambiental en 2006 para empezar a tratar las descargas de lastre, como a cualquiera de los otros contaminantes nocivos, pero la agencia se ha negado desde entonces a ordenar cualquier otra medida, más allá del enjuague con agua salada.

"Es una política que Lisa Jackson, administradora de EPA,  reconoció que "no empieza a abordar algunas de las preocupaciones que están en el ambiente".

La funcionaria fue nombrada por Obama, quien como candidato prometió "tolerancia cero" con las nuevas invasiones en los Grandes Lagos. Pero dada la falta de acción de su agencia sobre el problema de las aguas de lastre, los ambientalistas han llevado a la EPA a los tribunales.

La Guardia Costera está perseverando en su propósito de promulgar su propio reglamento de lastre, lo que podría ser lanzado en algún momento de este año o el próximo. Pero la mayoría está esperando las nuevas normas que permitan un cronograma de varios años para la instalación de sistemas de tratamiento de lastre en los buques.

Mientras tanto, los estados de Nueva York, Michigan y Wisconsin, todos de los Grandes Lagos,  han aprobado sus propias normas específicas sobre lastre, aunque los sistemas de tratamiento que Nueva York y Wisconsin intentan exigir, demandarán una aplicación gradual durante años, dado que la tecnología para cumplir con sus normas todavía se encuentra en desarrollo.

La mayoría de los involucrados en el tema, incluida la industria naviera, cree que la mejor solución al problema sería una norma uniforme de lastre a nivel nacional: Pero el Congreso no ha logrado durante estos años aprobar esta medida – y aun cuando lo hiciera mañana, la descarga de aguas de lastre contaminadas probablemente continuaría durante años.

La razón: la esterilización total es considerada una imposibilidad tecnológica en este punto, por lo que se mantiene el desacuerdo sobre cuál debería ser el estándar nacional de lastre, en términos de cantidad de organismos vivos que podrían descargarse.
 
También hay dudas acerca de cómo probar a los buques para determinar su cumplimiento.

"No hay una solución rápida", dice el consultor de la vía marítima Reid.
"Sin embargo, existen numerosos sistemas que resolverían, finalmente, el problema."

Fahnenstiel, el ecólogo de la administración oceánica, teme que esas soluciones "finales" requieren un tiempo de los lagos no tienen, aun cuando la Casa Blanca siga adelante con su multimillonaria "Iniciativa de Restauración de los Grandes Lagos."

El plan de restauración está financiando proyectos para limpiar materiales tóxicos, restaurar los humedales e investigar cómo combatir las especies foráneas que ya están en los lagos.

Pero la iniciativa no procura el establecimiento de nuevas leyes para mantener a los organismos fuera de los lagos en primer lugar, una situación que para Fahnenstiel carece de sentido.

"Es como si rociara su casa contra los mosquitos dejando la puerta abierta."

Algunos en la comunidad de los conservacionistas se mantienen al margen de la contienda en los tribunales para ordenar un cierre de emergencia de las esclusas de Chicago. Temen que las  estructuras no resulten una barrera efectiva para los peces.

También temen por el daño que el cierre podría causar a los operadores de barcazas y a las industrias a las que sirven, ya que ello podría abortar la generación de un consenso político para construir un sistema de barrera permanente.

Eso no ha impedido que cinco procuradores generales de los estados de los Grandes Lagos sigan adelante a toda marcha; es un plan político popular en casi todas partes fuera del estado de Illinois.

Pero manejar el tema de la vía marítima con la misma dureza es otra historia.

Los grupos conservacionistas han abogado durante años por el cierre de la vía marítima a los buques de ultramar hasta que el problema del lastre se resuelva.

Pero los legisladores federales han mostrado interés cero al respecto.

Mike Hansen, profesor de la Universidad de Wisconsin y ex presidente de la Comisión de Pesca de los Grandes Lagos, viajó a Washington DC, este año para hablar con los legisladores acerca de la carpa – y para lanzar el mensaje de que la lucha contra las especies invasoras va más allá de la cuestión de estos peces, y más allá del tema de los canales de Chicago.

Hansen salió de una reunión con personal del Congreso dudando de que la alarma que suena ahora para detener el avance de la carpa, llegue a despertar a Washington sobre la necesidad de cerrar de golpe todas las vías de acceso a los lagos.

Según Hansen, los funcionarios le dijeron: "Básicamente, nosotros no podemos traccionar sobre eso, así que vamos a trabajar desde la perspectiva de la carpa asiática en el canal de Chicago, y eso es todo".

"Hay que reconocer que ellos son mucho más astutos acerca de lo que se puede obtener en Washington que yo. Es desalentador para mí, pero creo que ellos probablemente están en lo correcto."

Una razón por la que la idea de cerrar la vía marítima a los buques de ultramar sigue siendo un tabú político, es que es de propiedad conjunta con Canadá -, aunque los EE.UU. es propietaria absoluta de dos de las esclusas de la vía marítima por la que todos los buques de alta mar deben pasar.

La cuestión de la soberanía no ha detenido a los canadienses en su presión para cerrar las esclusas de Chicago. A principios de este año, la provincia de Ontario presentó una moción ante la Corte Suprema de EE.UU. que dice:

"Nuestras aguas están interconectadas, y un daño irreparable a los estados de EE.UU.  casi seguramente implicará un daño irreparable similar a Ontario."

Los estados de los Grandes Lagos podrían usar el mismo argumento en contra de cualquier problema que pudiera estar navegando hacia ellos a través de la vía marítima en este mismo momento.

El Cuerpo de Ingenieros de los EEUU no sólo está explorando qué será necesario para cerrar la puerta de atrás de los Grandes Lagos, también está considerando la eliminación de un número de puertas laterales potenciales.

Existen varias posibles – o mucho menores-  conexiones entre la cuenca del río Mississippi y la cuenca de los Grandes Lagos en Wisconsin, Minnesota, Indiana y Ohio.

No se trata de puertas muy abiertas, como el sistema de canales de Chicago;  la mayoría suelen requerir inundaciones para crear un vínculo hidrológico, y en algunos casos esas conexiones pueden ser láminas de agua poco profunda para que los peces puedan nadar en ellas y atravesarlas.

Otras conexiones implican canales obsoletos, que ya no son críticos para el comercio.

"En pocas palabras – el canal de cien pies de ancho es por lejos la vía más fácil de ingreso a los lagos para las carpas, y eso debe estar en la vanguardia del pensamiento de todos", dice Joel Brammeier, presidente de la Alianza para los Grandes Lagos que es co- autor de un estudio realizado en 2008 en busca de lo que se necesita para separar nuevamente de una vez el lago Michigan de la cuenca del Mississippi.
Por Egan Dan (Milwaukee Journal Sentinel)

Adaptado al español por NUESTROMAR. Fuentes: Miami Herald y Maritime News 10/10/10

15/10/10
NUESTROMAR

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