El Lado B de la presentación del nuevo Puerto Buenos Aires

Los detalles hacen al estilo del Gobierno cuando comunica. Los contenidos se curan y el relato debe ser coherente con la naturaleza “planificadora” del Equipo. El Gobierno pasa tanto tiempo “haciendo lo que hay que hacer” como “diciendo lo que hace”. Ya no es “mejor que decir es hacer”. La hiperconexión que nos tiene esclavizados llevó a la política al súmmum donde “decir es tan importante como hacer”.

Los detalles hacen al estilo del Gobierno cuando comunica. Los contenidos se curan y el relato debe ser coherente con la naturaleza “planificadora” del Equipo. El Gobierno pasa tanto tiempo “haciendo lo que hay que hacer” como “diciendo lo que hace”. Ya no es “mejor que decir es hacer”. La hiperconexión que nos tiene esclavizados llevó a la política al súmmum donde “decir es tan importante como hacer”.

  

Es en este contexto, que la comunicación de una de las obras de infraestructura más ambiciosas que tiene la cartera del ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, en su último año de gestión (como es el Plan de Modernización del Puerto Buenos Aires) no podía dar lugar a ningún desliz: su puesta en escena debía guardar proporción con la trascendencia de la obra (US$ 1910 millones de inversiones público-privadas por 50 años), por un lado, y, por otro lado, con la expectativa y ansiedad que su anuncio generó (casi 2 años de espera).

Fallos

La comunicación falló, inexplicablemente. La convocatoria a la prensa se realizó para las 13 del jueves 13, en el piso 12 del Ministerio de Transporte. La invitación llegó por teléfono, a las 18 del día anterior.

Todos entraron a la sala a las 14. La demora de una hora se debió a consabidos “cambios de último momento”. No sólo de la presentación en sí. Hubo cambio de presentadores.

El interventor de la Administración General de Puertos, Gonzalo Mórtola, llegó solo, minutos después de su equipo. Por separado, había arribado el subsecretario de Puertos, Vías Navegables y Marina Mercante, Mariano Saul, quien fue jefe de gabinete de Mórtola en AGP hasta que a principios de año reemplazó a Jorge Metz en el cargo.

Dietrich ingresó bien pasadas las 14. En ese lapso, Mórtola y Saul –con la silla vacía de Dietrich de por medio– no intercambiaron palabra.

Nervios

Mórtola, con la mirada en la pantalla con la presentación; Dietrich, con la vista fija en el celular, como hizo durante toda la presentación.. Saul estuvo en la presentación, pero no participó ni acotó en ningún momento. La tensión en el ambiente era palpable y poco tenía que ver con la demora normal del ministro.

Lo que pasó fue que Mórtola y su equipo se enteraron al llegar que ellos debían realizar la presentación (que no habían visto, porque fue diseñada por el equipo del ministro, para que él la diera). Por motivos que no trascendieron, Dietrich sólo participó como comentador. Pero intervino lo suficiente como para dejar en evidencia algunas cuestiones.

La primera: que los funcionarios de AGP se enteraban del contenido de la presentación a medida que pasaban los slides. La segunda: el rol indiscutido de jefe de Dietrich. Cada intervención suya recordaba a un profesor corrigiendo una lección oral de un alumno (más de uno en este caso) al que tenía de punto.

La tercera, y más importante: si quedaban dudas de que las decisiones sobre el futuro del Puerto Buenos Aires dependen pura y exclusivamente del designio y firma final del ministro, aquéllas quedaron disipadas con rigor prusiano.

Corrección

Mórtola tomó el puntero, pero le pidió a Ok que arranque la presentación. “Estudiamos la situación general de la Argentina y el reparto de carga en el país –explicaba Ok frente a un mapa marcado por algunos puertos con su movimiento de contenedores– donde más del 50% de la carga contenedorizada…”

Segundos pasaron, y Dietrich lo paró en seco. “No, no, no: de la carga que movemos en la Argentina, el 50% está contenedorizada, y de ese total el 80% se maneja en el complejo de Buenos Aires, más Exolgan”, dijo. “Es así”, atinó a decir el gerente general de AGP.

“¿Alguna vez lo viste a Alejandro nervioso en una presentación?”, reflexionarían después desde el Gabinete de AGP para explicar el tono de la presentación. La solvencia de Ok para argumentar fue puesta en evidencia por el propio ministro, y la única explicación posible fue el grado de improvisación que giró en torno a la conferencia de prensa, y nada tuvo que ver con la preparación o conocimiento del segundo de Mórtola en AGP.

“Ni la más remota idea”

Mórtola siguió a partir de ahí. Visiblemente más cómodo –porque los bullets que leía repasaban el “top ten” de éxitos de la AGP– el titular de Puerto Buenos Aires recurría a frases como “como ya saben”, “como siempre decimos” y “como repetimos mil veces”. Dietrich lo cortó a él también.

“No son todos (periodistas) especializados en puertos. Algunos no tienen ni la más remota idea de lo que estás hablando”, sentenció.

Con honestidad brutal, Dietrich dijo una gran verdad: la mayoría de los periodistas presentes cubría por primera vez una conferencia de prensa vinculada a la temática portuaria. Su desconocimiento también deriva del poco interés dispensado por Transporte, en los últimos años, a presentaciones vinculadas con Puerto Buenos Aires (cruceros al margen).

Mórtola concedió un “Ah, ok”, y el gerente general retomó la palabra: “Bancarizamos la empresa, regularizamos balances, el giro de buques es ahora on line, instrumentamos los reclamos vía web y pasamos de 7 a 10 reclamos por año, lo que era curioso por la cantidad de tráfico, a más de 500 reclamos que monitoreamos…” “No entremos en tanto detalle”, frenó, por tercera vez, el ministro.

Multitask

Entre interrupciones, y a lo largo de toda la presentación, Dietrich no paró de chatear. Sólo soltaba el celular para acotar y marcar el ritmo de la presentación.

“Si lo conocieras bien, sabrías que tiene esa capacidad de trabajo”, lo justificaron desde el Puerto Buenos Aires. La situación, se nota, está totalmente naturalizada. Sólo soldados acatando.

Mientras Saul permaneció en total silencio durante la poco más de una hora que duró la presentación (aun cuando el ministro en dos oportunidades lo nombró al hablar de los puertos en general y la necesidad de que mejoren la competitividad), quien realizó la presentación integral del nuevo diseño fue el subgerente de Planeamiento de AGP, Flavio Ganális. El único en la mesa que no tenía un cartel indicando su nombre.

También a él lo interrumpió Dietrich. Sólo para complementar. Sólo para volver luego a sus chats.

El efecto neto se logró: el Puerto Buenos Aires comunicó su diseño futuro, oficialmente, en el Ministerio de Transporte, cartera que será la encargada de adjudicar la futura concesión a un único operador por un plazo de 35 años, prorrogable a otros 15, si cumple con todas las etapas preestablecidas, que permitiría aumentar en un 249% la capacidad de la nueva terminal, al operar en la dársena exterior, con hasta 86 hectáreas, 1500 metros de muelle lineales y 12 grúas pórtico new pospanamax, sin interrupciones estacionales de cruceros.

Si la imagen, y la composición de lugar, son tan importantes como el mensaje, la presentación del Nuevo Puerto Buenos Aires contó con dosis de imprevistos, improvisaciones y cuotas indiscutidas de demostración de autoridad. Datos sólo irrelevantes para los que no reparan en los detalles. (EMILIANO GALLI – TRADE NEWS)

17/12/2018 #NUESTROMAR

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