Descubren que las ballenas lloran cuando una de ellas muere

Inteligentes y con frecuencia sociables, las ballenas forjan estrechos lazos entre sí. Se supo que esos lazos pueden ser más fuertes que la muerte misma.


Inteligentes y con frecuencia sociables, las ballenas forjan estrechos lazos entre sí. Se supo que esos lazos pueden ser más fuertes que la muerte misma.

Más de seis especies de estos mamíferos marinos fueron vistas aferrándose al cuerpo de un animal muerto, probablemente un amigo o pariente.

La explicación más probable de esta negativa de los animales a abandonar el cuerpo: dolor.

“Atraviesan un duelo”, explica la coautora de un estudio sobre el tema, Melissa Reggente, una bióloga de la Universidad de Milán, Italia. “Sienten dolor y se estresan. Saben que algo anda mal”.

Se ha descubierto que hay muchas especies, desde jirafas a chimpancés, que se comportan como si sintieran pena. Los elefantes, por ejemplo, se acercan una y otra vez al cuerpo de un compañero muerto.

Esos descubrimientos se suman al debate acerca de si los animales sienten emociones- y de ser así, cómo esas emociones deberían influir en la forma en que tratamos a otras criaturas. El dolor del animal puede ser definido como un sufrimiento emocional sumado a una alteración de la conducta usual, según Barbara King, profesora emérita de antropología de William & Mary, Virginia, y autora de un libro sobre el duelo de los animales (How Animales Grieve).

De vigilia

Para llevar adelante el estudio, Reggente y sus colegas reunieron informes, en su mayoría no publicados, sobre la conducta del duelo en siete especies de cetáceos, desde el enorme cachalote hasta el relativamente pequeño delfín tornillo.

A las siete especies se las vio acompañar a sus muertos en diferentes océanos del mundo, según este estudio publicado recientemente en el Journal of Mammalogy.

“Descubrimos que es muy común, y hay una distribución mundial de esta conducta”, explica Reggente.

Científicos a bordo de una embarcación el Mar Rojo, por ejemplo, observaron a un delfín nariz de botella del Indo-Pacífico empujando al cuerpo en avanzado estado de descomposición de un delfín más pequeño.

Cuando los investigadores enlazaron al animal muerto y lo arrastraron hacia la costa para enterrarlo, el delfín nadó junto al cadáver, tocándolo ocasionalmente, hasta que el agua se volvió peligrosamente poco profunda. Mucho después de que el cadáver hubiera sido retirado del mar, el delfín adulto permaneció costa afuera.

No quedó claro si los dos delfines estaban relacionados, pero es probable que fueran madre e hijo, opina Reggente.

Ese comportamiento, después de todo, tiene un costo enorme: una ballena que vela por un compañero muerto es una ballena que no está comiendo o reforzando sus alianzas con otras ballenas.

Velan a sus seres queridos

Ocasionalmente los científicos tienen pistas sobre el vínculo entre los animales en cuestión. En las costas de la isla San Juan, en Washington, se pudo ver a una ballena asesina hembra conocida como L72 llevando en su boca un recién nacido muerto. L72 tenía señales de haber dado a luz recientemente, y los investigadores que la observaron sabían que había pasado suficiente tiempo desde su última parición como para tener otra cría.

“Todo el tiempo intentaba mantener al cachorro muerto en la superficie, balanceándolo sobre su cabeza”, cuenta el coautor del estudio, Robin Baird, de Cascadia Research Collective de Washington, quien presenció los esfuerzos de la madre.

Una ballena asesina madre puede pasar toda su vida junto a sus hijos, añade. Cuando uno muere, “los animales atraviesan un período en el que experimentan el mismo tipo de emociones que experimentamos nosotros cuando muere un ser querido”, advierte el científico.

El estudio también habla de informes sobre ballenas que llevan a sus crías muertas en la boca, empujándolas por el agua y tocándolas con sus aletas.

En uno de los casos, se habla de ballenas piloto de aleta corta del Atántico Norte que forman un círculo de protección alrededor de una ballena adulta y su cría muerta. En otro caso, un delfín tornillo del Mar Rojo empujó el cadáver de un animal joven hacia una embarcación. Cuando los ocupantes de la embarcación subieron el cuerpo a bordo, todo el grupo de delfines rodeó la embarcación y se fue nadando.

“No sabemos explicar por qué lo hicieron”, dice Reggente.

King coincide en que esos incidentes demuestran que las ballenas están de duelo.

“Sin duda, a veces puede tratarse de curiosidad o exploración, o de una conducta de crianza que no se puede ´apagar´ sencillamente”, explica. Pero “es innegable que también podemos ver algo del dolor de los animales en la energía que gastan para trasladar o mantener a flote a las crías muertas, para tocar repetidamente el cadáver, para nadar en una falange social rodeando al individuo afectado”. (El Día)

19/08/16

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