El drama del Paraná bloquea negocios y afecta puertos fluviales

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La violenta disminución del caudal del río complica la actividad en Rosario y San Lorenzo. Y golpea con mayor rudeza a San Pedro, en donde el transporte de frutas y cereales, y la pesca, podrían verse interrumpidos. La bajante también imposibilita el abastecimiento de combustibles en el noreste.

La violenta disminución del caudal del río complica la actividad en Rosario y San Lorenzo. Y golpea con mayor rudeza a San Pedro, en donde el transporte de frutas y cereales, y la pesca, podrían verse interrumpidos. La bajante también imposibilita el abastecimiento de combustibles en el noreste.

La primera certeza de que las aguas comenzarían a bajar turbias, o directamente a no bajar, tuvo lugar a escasas horas de la Navidad 2008. El río Paraná, a la altura de Rosario, sorprendió a marinos y pescadores con una baja de casi un metro. La medida exacta: 2,01 metros de profundidad, cuando en niveles normales el curso supera con comodidad los 3 metros.

En un principio, tanto la Prefectura Naval como las autoridades portuarias confiaron en que el descenso sería momentáneo. Pero la baja constante –motivada por la prolongada ausencia de lluvias que vive el sur de Brasil y el noreste de la Argentina– dejó a la vista que el problema excedía a una tradicional sequía. Y la confirmación de la gravedad del problema llegó este miércoles, cuando el Paraná declaró 1,07 metros de profundidad.

El impacto superficial fue la amplitud que denotaron las playas rosarinas. Pero el drama más oscuro escapa a los ojos de cualquier bañista. La violenta disminución del caudal que ostenta el río marrón complica la actividad de los barcos que operan en la zona de puertos comprendida por Rosario y San Lorenzo, que se ven obligados a reducir la carga para poder navegar y, dada esta condición, ya comienzan a pagar sobrecostos en los fletes.

La misma causa golpea con mayor rudeza a ciudades como San Pedro, en donde el transporte de frutas y cereales, y la actividad pesquera, podrían verse interrumpidos si la bajante se extiende más allá de marzo.

En ese caso, las consecuencias para la localidad resultarán funestas: sólo la actividad en los barcos cargados de frutas emplea a más de 300 personas y en el término de un año mueve $6 millones en salarios.

Ya en Campana la preocupación es menor, aunque operadores marítimos reconocen que el nivel del río “está mucho más bajo de lo normal”. Y confían en que el caudal comenzará a recuperarse antes de que termine enero, pese a que distintas previsiones del Instituto Nacional del Agua sostienen lo contrario.

El panorama vuelve a complicarse al remontar las aguas en dirección norte. La bajante en torno a provincias como Corrientes y Chaco impide que circulen las barcazas de transporte de fluidos. Esto ha derivado en un desabastecimiento de combustibles que cumple cerca de 10 días de vigencia.

La provisión aparece sólo respaldada por una flota de camiones que traslada naftas desde plantas instaladas en la provincia de Santa Fe. Pero el escenario sigue siendo duro: “Antes teníamos el recurso disponible en tres horas, y hoy son necesarios varios días de anticipación”, declaró al respecto Carlos Gold, presidente de la Asociación de Estaciones de Servicios de Corrientes.

En la misma sintonía, Rosario Sica, presidenta de la Federación de Empresarios de Combustibles (FECRA), comentó a iProfesional.com que “la situación es por demás de complicada”. “Hay un desabastecimiento terrible en esa parte del país. Tenemos que evaluar cómo ayudar a esas plazas”, dijo.

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Rosario

“El principal inconveniente está en los buques que cargan granos. Algunos son de la clase Panamax, con capacidad para cargar hasta 46.000 toneladas, y requieren de mayor profundidad para operar. En esos casos lo que queda por el momento es reducir la cantidad de carga”, expuso a iProfesional.com Alfredo Sesé, secretario técnico de la Comisión de Transporte de la Bolsa de Comercio de Rosario.

El funcionario sostuvo que la bajante provoca efectos como el “falso flete”: “Un buque carga menos de lo que es capaz de soportar, pero la empresa que lo contrató paga por el total de la capacidad aun cuando le resulta imposible ocupar ese espacio”, explicó.

A raíz del escaso caudal del Paraná los barcos de mayor envergadura pierden alrededor de 9.000 toneladas de carga, según Sesé. “Como están las cosas, los que menos problemas han tenido son los buques que trasladan aceite en virtud de que son mucho más pequeños que las Panamax”, indicó.

Por encima de los contratiempos actuales, el funcionario trazó un escenario que podría acumular mayores dificultades en los próximos días. “De acuerdo al Instituto Nacional del Agua la bajante no se revertirá en el corto plazo. Y lo que es peor: se estima que para el 15 de enero contaremos con 15 centímetros menos de agua. El Paraná seguirá descendiendo”, precisó.

Sesé sostuvo que si la disminución en el caudal del río se prolonga hasta marzo “se producirá un impacto muy grande en lo que hace a los costos de exportación”. “Los gastos por fletes seguirán elevándose y, en contrapartida, seguirá reduciéndose la capacidad de carga. Esperamos que las posibilidades de mejora comiencen a notarse cuanto antes”, dijo.

San Pedro

“Si la bajante se extiende más allá de marzo vamos a estar en un verdadero problema. Es la época en la que San Pedro comienza a movilizar la fruta y también está el cereal. El puerto podría dejar de ser sustentable”.

La frase pertenece a Mariano Veiga, presidente del Consorcio de Gestión del Puerto de San Pedro. En diálogo con iProfesional.com, el ejecutivo explicó que “el poco caudal podría inmovilizar a los buques, lo cual termina por anular el modo de trabajo que tiene la terminal”.

Veiga comentó que la actividad en el puerto local “se ajusta a un barco que carga mientras otro aguarda fuera de la dársena”.

“El buque que espera ingresa sólo una vez que el anterior dejó el muelle. Así se alterna entre barcos que cargan fruta y otros que trasladan cereal. Si la bajante no cede, a la superposición de todos los años se le sumará la poca maniobrabilidad de los barcos, con los consiguientes costos que eso implica”, argumentó.

Con el fin de neutralizar efectos negativos a futuro, las autoridades del Consorcio de Gestión del Puerto de San Pedro avanzan con un plan para dragar en la zona antes de marzo. Aunque el problema resulta evidente hoy: en algunos tramos cerca de la central portuaria el río alcanzó una profundidad de apenas 90 centímetros.

“Buscamos no perder más barcos. La crisis mundial ya nos golpea con un descenso en la carga. No queremos pensar lo que podría pasar con un puerto sin agua y la acumulación de cosecha fina, gruesa y frutas que se hará concreta en dos meses. Por eso trabajaremos cuanto antes en mejorar la dársena de maniobras”, puntualizó.

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Campana y después

En Campana la situación, al menos por el momento, dista de ser desesperante. Osvaldo Aguilar, ejecutivo de la agencia marítima Aguirio, comentó a iProfesional.com que “en el puerto hasta ahora se trabaja con normalidad, aunque se conoce el momento crítico que se está dando en otros puntos del Paraná”.

“El río en esta zona está debajo de lo normal, eso es cierto, pero por ahora no ha afectado las actividades. Sí sabemos que está teniendo mucha incidencia en las cargas que son manejadas en zonas cercanas. Como es de suponer, veremos cómo evolucionan las cosas con el correr de los días”, indicó.

Preocupación. Expectativa. Pronóstico reservado. La novela de las aguas turbias que no bajan parece estar proyectando los capítulos iniciales de una saga que se presume extensa y, para las economías que sobreviven al amparo de los muelles, peligrosa. El Paraná tiene la palabra. También la última gota.

Puntos Importantes

* La violenta disminución del caudal del río marrón complica la actividad de los barcos que operan en la zona de puertos comprendida por Rosario y San Lorenzo, que se ven obligados a reducir la carga para poder navegar y, dada esta condición, ya comienzan a pagar sobrecostos en los fletes.

* La misma causa golpea con mayor rudeza a ciudades como San Pedro, en donde el transporte de frutas y cereales, y la actividad pesquera, podrían verse interrumpidos si la bajante se extiende más allá de marzo. En ese caso las consecuencias para la localidad resultarán funestas: sólo la actividad en los barcos cargados de frutas emplea a más de 300 personas y en el término de un año mueve $6 millones en salarios.

* Ya en Campana la preocupación es menor, aunque operadores marítimos reconocen que el nivel del río “está mucho más bajo de lo normal”. Y confían en que el caudal comenzará a recuperarse antes de que termine enero, pese a que distintas previsiones del Instituto Nacional del Agua sostienen lo contrario.

Por Patricio Eleisegui
© iProfesional.com

10/01/09
INFOBAE

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