La pesca ilegal: una gran amenaza para la sostenibilidad de la pesca

El hecho de que la pesca ilegal constituye un peligro mundial está perfectamente constatado.

El hecho de que la pesca ilegal constituye un peligro mundial está perfectamente constatado.

Provoca daños importantes en el medio ambiente, contribuye al agotamiento de los recursos y representa una competencia desleal frente a los pescadores que observan las normas. A más largo plazo, corremos el peligro de que también se vean negativamente afectados el equilibrio económico y el empleo en las comunidades costeras que viven de la pesca, con consecuencias aún más trágicas en los países en desarrollo en los que la seguridad alimentaria de sus habitantes puede verse gravemente afectada.

En la actualidad, la lucha contra esa grave plaga debe adquirir una nueva dimensión a fin de hacer frente  a organizaciones internacionales cada vez más extendidas que utilizan métodos enormemente complejos.

Las sanciones económicas deben estar a la altura de la rentabilidad de esa actividad y los Estados que no cumplan sus obligaciones también deben ser sancionados. La mejor estrategia, en la que se basan precisamente las nuevas propuestas de la Comisión Europea, es privar a la pesca ilegal de salidas comerciales al exigir una transparencia mucho mayor en cuanto a la procedencia de todos los productos del mar antes de que éstos puedan recibir una autorización de desembarque o de importación en Europa.

Además, ese proceso debe extenderse a todas las partes implicadas en el sector, lo que va «desde la red hasta la mesa».

La Unión Europea es la tercera potencia mundial de pesca, con 5,7 millones de toneladas capturadas en 2005.

También es el primer importador de pescado del mundo (17 300 millones de euros en 2006) y además dispone de tecnologías avanzadas en la materia. Por todos esos motivos, tiene una enorme responsabilidad en la lucha contra la pesca ilegal.

De hecho, desde hace ya varios años la Unión ha sido una de las impulsoras fundamentales de la concienciación en ese ámbito. Así, ha sido origen de múltiples decisiones en organizaciones internacionales como la FAO (la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) y las organizaciones regionales de pesca.

Es preciso pues que esa cooperación internacional, incluida la ayuda a los países en desarrollo, se intensifique aún más.

Sin embargo, para seguir a la cabeza, lógicamente Europa también debe dar ejemplo de una lucha sin cuartel en sus propias aguas y en sus controles de desembarques, así como del castigo implacable a los ciudadanos europeos que participen en actividades de pesca ilegal.

Como ocurre con cualquier estrategia, estos objetivos sólo podrán alcanzarse si todos los agentes implicados participan efectivamente en el proceso. A ese respecto, es imprescindible lograr la aplicación rigurosa por parte de los Estados miembros de las disposiciones del nuevo Reglamento propuestas por la Comisión y, en especial, de aquéllas relativas al control por el Estado del puerto, para que de ese modo la nueva normativa sea realmente eficaz y la pesca ilegal ya no consiga acceder al mercado comunitario.

02/08
PESCA Y ACUICULTURA EN EUROPA #37

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