No hay ley en el Amazonas: Piratas de río aterrorizan los barcos por las noches

Los piratas del Río Amazonas gozan atacando después del anochecer. Usando pasamontañas, 15 de los merodeadores irrumpieron en el barco fluvial de Merinaldo Paiva mientras docenas de sus pasajeros dormitaban en sus hamacas. De repente, despertaron para encontrar que les apuntaban con rifles en la cabeza.

Los piratas del Río Amazonas gozan atacando después del anochecer. Usando pasamontañas, 15 de los merodeadores irrumpieron en el barco fluvial de Merinaldo Paiva mientras docenas de sus pasajeros dormitaban en sus hamacas. De repente, despertaron para encontrar que les apuntaban con rifles en la cabeza.

Los hombres armados tomaron dinero, joyas, smartphones, combustible y hasta comida, obligando a todos a tirarse al piso boca abajo en la cubierta. Desaparecieron en lanchas de motor en el Amazonas, un río navegable tan grande que algunos en la frontera de Brasil lo llaman el río-mar.

“Todo capitán de barco fluvial sabe que está a merced de estos bastardos”, dijo el capitán Paiva , de 41 años, quien ha estado surcando los ríos de los bosques tropicales de Brasil desde que era adolescente.

“Tuvimos suerte de que no fuera peor”, añadió acerca del robo de abril, enlistando otros ataques en los que los pasajeros habían sido violados, torturados o asesinados.

Por mucho tiempo, la piratería ha sido un hecho de la vida en los ríos de la anárquica selva de Brasil. Pero a medida que la población del Amazonas aumenta y las bandas de narcotraficantes expanden su influencia sobre la región, las oportunidades de robo y secuestro han florecido. Y las fuerzas policiacas batallan para seguirle el ritmo a la criminalidad, lo que ha culminado en una serie de ataques recientes que han aterrorizado a tripulaciones de barcos y sus pasajeros.

En un caso cerca de la ciudad de Manaus, Huederson Paulino, un pirata que usaba el nombre de guerra Mohicano, confesó haber asesinado y mutilado a dos hombres en un barco que vendía hielo y sal. Encabezaba una banda que robaba dinero y combustible y dijo que su objetivo era tener dinero para gastar para la Navidad, según publicó el rotativo estadounidense.

“Necesitaba el dinero, así que hice lo que era mejor para mí”, dijo Paulino, de 24 años, a varios reporteros.

La Amazonia es una de las regiones más pobres de Brasil, y el crimen organizado se ha propagado, alimentando una sensación de anarquía en la gran cuenca del río. En lejanos pueblos a la orilla del río, los residentes se quejan de que los botes patrulla de Policía en raras ocasiones se aventuran a entrar a las vías fluviales donde ocurren muchos de los ataques de piratas.

Las autoridades dicen que están intentando. Aquí en Macapá, ciudad de 370 mil habitantes en el norte de Brasil, un escuadrón de élite de policías camuflados del Batallón Ambiental patrullan regularmente el Río Amazonas para detectar piratas.

Los ladrones han acechado estas vías navegables durante años.

Estos días, con más objetivos en los ríos y más grupos criminales involucrados, los operadores de barcos fluviales advierten que los piratas se están volviendo aún más despiadados y sofisticados.

Galdino Alencar, presidente de la Unión de Compañías de Navegación del Río del Estado de Amazonas, dijo que los piratas cada vez más tenían en la mira barcos que llevaban grandes cargamentos para la creciente población del Amazonas, incluyendo gas para cocinar, aparatos electrónicos, cemento y carne seca. Pero el cargamento más codiciado para los piratas, dijo, es el combustible.

“Es un producto que pueden robar y luego vender a mineros de oro que operan ilegalmente en el bosque”, dijo Alencar.

En una misión en el río, en octubre, policías cuestionaron a residentes de un asentamiento cercano al Puerto de Santana, quienes describieron que vivían en constante temor de los piratas.

“No hay ley en el Río Amazonas”, dijo Odete Souza Franca, de 49 años. Describió un reciente ataque en el que piratas abordaron la canoa de su hijo de 17 años, lo ataron, le robaron su dispositivo GPS y un cilindro de gas para cocinar. (Simón Romero- Original The New York Times)

24/11/16

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